Con gran alegría recibimos, por fin, las primeras lluvias otoñales, en uno de los años más secos de la historia. Lluvias y bajada de temperaturas, condiciones que ayudan a controlar los numerosos incendios que han estado asolando Galicia, Asturias y León, mostrando por fin un mapa de niveles bajos de riesgo de incendio forestal.
Fuente: Mapa de niveles de riesgo de incendio previstos. Península y Baleares. AEMET
Con el susto en el cuerpo, con el recuerdo de personas fallecidas, la pérdida de bienes, y de espacios naturales de alto valor ambiental, es muy lógico que nazcan iniciativas relacionadas con la recuperación de las zonas incendiadas. Tras el drama de un incendio forestal, nos surge esa necesidad de restablecer el bosque lo antes posible, con muchas peticiones de replantar la zona quemada, diseminar semilla autóctona, etc. Todas muy loables, pero que en este momento desenfocadas, sobretodo cuando está lloviendo.
Si queremos ayudar a la recuperación de nuestros bosques, es prioritario proteger el suelo y reducir los procesos erosivos agravados por las deseadas lluvias.
Por tanto, las primeras actuaciones de emergencia se deben centrar en frenar los procesos erosivos actuales, controlar las posibles avenidas y posteriormente favorecer la regeneración natural de la cubierta vegetal.
¿Qué medidas se tienen que tomar?
Realizar pequeños diques perpendiculares a la pendiente en laderas muy empinadas para evitar pérdida de suelo y frenar la escorrentía (los arrastres de agua). Se trata de retener el suelo, de poner obstáculos a la circulación del agua en las laderas e impedir la formación de regueros y cárcavas (socavones).
También es clave realizar construcciones provisionales en arroyos, ríos, lagunas para evitar que lleguen sedimentos y cenizas que contaminen los cursos de agua y afecten a la vida piscícola.
Otra actuación de emergencia muy importante es la de sacar la madera quemada para evitar riesgo de plagas y enfermedades. Además, hay que extraer la madera sin arrastrarla para seguir con el objetivo fundamental de evitar erosionar el suelo. Esto es muy importante para no dañar la futura regeneración natural. Sí, natural, se valorará primero siempre la capacidad regeneradora de la zona afectada y posteriormente se establecerán las actuaciones precisas para recuperar la masa forestal (repoblación, siembras, seguimiento de la regeneración natural, acotado de ganado, etc).
Recordemos que el fuego es un elemento natural que forma parte de los fenómenos que modelan el paisaje, especialmente en el área mediterránea. Por ello, gran parte de las especies vegetales de la región mediterránea tienen algún tipo de adaptación al fuego (corteza gruesa para soportar altas temperaturas; capacidad para rebrotar tanto de copa, cepa, raíz, capacidad para germinar generando abundantes bancos de semillas que germinan con elevadas temperaturas, como es el caso de los pinos).
Conociendo las adaptaciones de la vegetación es importante esperar a repoblar para ver cómo evoluciona la superficie quemada. Dar tiempo para ver cómo se abre paso la regeneración natural de las especies con las estrategias que comentábamos antes.
Pero para esto, como comentábamos todavía falta. Lo primero y fundamental en días en que disfrutamos de la bendita lluvia, es proteger el suelo de nuestros bosques para evitar procesos erosivos y contaminación de cursos de agua. Precisamente a finales de agosto, veíamos tras el incendio de El Encinedo (León) como las lluvias arrastraban los terrenos calcinados por las llamas y debaja los ríos de la provincia completamente teñidos de negro.
O incluso llegan a afectar a los bancos marisqueros de las rías y ensenadas costeras, como ocurrió en 2013 tras los incendios del Monte O Pindo en Carnota (A Coruña), por tanto las medidas son urgentes.