La semana pasada, la activista ambiental y por los derechos humanos, Berta Cáceres denunciaba públicamente el asesinato de varios dirigentes indígenas y las amenazas a las que ella misma se veía sometida a diario. Hoy hemos conocido la noticia de su asesinato. Hoy es un día muy triste para la humanidad, para el medio ambiente y para la paz.
Berta Cáceres fue una luchadora incansable. Su rechazo a la construcción de la represa de Agua Zarca en Honduras, donde grandes transnacionales y corporaciones financieras tenían intereses le supuso amenazas a su vida, a la de su familia y a la de su comunidad entera. Siempre denunció el clima de impunidad en el que vivía.
Pero nunca abandonó su lucha. Consiguió que el mayor constructor mundial de presas se retirara del proyecto de la represa de Agua Zarza. También logró que el Banco Mundial abandonara la iniciativa.
Su coraje y su valentía nos animan a seguir. Muchas comunidades indígenas se enfrentan a la misma destrucción contra la que luchó Berta. Sin ir más lejos, Greenpeace está apoyando a la comunidad Mundurukú en la Amazonia brasileña, que lucha contra la construcción de la que sería la tercera presa más grande del mundo en el río Tapajós, donde el Gobierno brasileño está atropellando los derechos de este pueblo indígena.
Sin duda, hoy resuenan más todavía las palabras que dijo al recibir el Premio Medioambiental Goldman en 2015: ¡Despertemos¡ ¡Despertemos Humanidad¡ Ya no hay tiempo.
Mañana viernes 4 a las 18:00h en la Embajada de Honduras en Madrid (Castellana, 164) habrá un acto de repulsa por su asesinato.