Al recordar el segundo aniversario del desastre del 11 de marzo de 2011, en Japón, vemos la tragedia pero también la esperanza.

Mientras la gente llora por las madres, padres, hermanos, abuelos y niños que murieron por el terremoto y el tsunami, muchos de los que huyeron de aquel desastre natural han regresado a sus hogares y han comenzado a reconstruir sus vidas y comunidades de la mejor manera que pueden.

Sin embargo, la tragedia continúa para los que siguen sufriendo los efectos de la contaminación radiactiva debida a la triple fusión nuclear que se produjo en Fukushima. Muchas zonas siguen siendo inhabitables, y han dejado a las 160.000 personas evacuadas en el limbo, sin poder ir a casa, pero tampoco pueden reconstruir sus vidas en otro lugar porque no tienen ni el apoyo, ni la indemnización para ello.

Las familias y los pueblos se están rompiendo, la ruina económica es habitual y los divorcios y las depresiones están aumentando. Según las estimaciones recientes, es probable que se eleven los índices de cáncer en Fukushima, y esto es una pesadilla para la gente. Las dificultades también han hecho que aumenten los suicidios en la zona. Es mentira decir que nadie ha perdido suvida por el accidente nuclear de Fukushima.

 

Esta tragedia continua para las víctimas de la catástrofe nuclear es por culpa de un sistema que se supone que debe proporcionar una indemnización justa cuando hay un desastre nuclear, pero no es así. El sistema protege esencialmente a la industria nuclear, no a las  personas.

Que la industria nuclear está protegida por encima de la gente es una realidad triste y absolutamente injusta en la mayoría de los países del mundo.

Se estima que el coste de la catástrofe de Fukushima alcanzará los 250.000 millones de dólares, por el momento ya han arruinado al propietario de la planta nuclear TEPCO, lo que obligó al gobierno japonés a nacionalizar la compañía. TEPCO es una de las compañías energéticas más grandes del mundo, sin embargo, tuvo que ser rescatada para cumplir con sus responsabilidades. Los contribuyentes están pagando la cuenta.

Peor aún es que el sistema proporciona una mayor protección a empresas como GE, Hitachi y Toshiba. Ellos construyeron la planta de Fukushima basándose en un diseño defectuoso del reactor. Sin embargo, las regulaciones permiten que lo ignoren y no tengan que pagar nada para ayudar a las víctimas. Tampoco ellos muestran ningún compromiso moral para ayudar.

Esta realidad, al igual que otras dolorosas evidencias sobre la energía nuclear, han llegado a los hogares de muchos japoneses. Y están de pie en señal de protesta. Las protestas continúan y el apoyo para el total abandono de la energía nuclear en Japón está creciendo.

La gente está enfadada, primero por la decisión del gobierno anterior al reiniciar una nuclear después de conseguir que estuvieran apagados todos los reactores en Japón, tras el accidente de Fukushima, y ahora según los planes del nuevo gobierno que quiere reiniciar más reactores, y reanudar su construcción.

Su movilización ya ha alcanzado cierto éxito, ya que sólo dos de los reactores de Japón están actualmente operativos. El resto permanecen desconectados. No pasará mucho tiempo hasta que los dos solitarios reactores que funcionan en la planta de Ohi, sean cerrados otra vez por mantenimiento, dejando nuevamente a Japón libre de energía nuclear. Queremos poner fin a nuestro desastroso experimento con la energía nuclear. El verano pasado demostramos que podemos vivir sin ella, y lo haremos de nuevo.

La esperanza desde Fukushima es que la gente seguirá hablando, en voz alta y clara, acerca de este desastre hecho por la mano del hombre, para hablar en contra de la energía nuclear.

Durante la última semana les han vuelto a acompañar los activistas de Greenpeace en Argentina, Bélgica, Canadá, Chile, Colombia, Francia, Alemania, Hong Kong, Sudáfrica, Corea del Sur, Suecia, Suiza, Austria, Dinamarca, Finlandia, India, Jordania, Luxemburgo, Eslovenia, España, Turquía y los EE.UU., así como decenas de miles de personas en internet que piden que las industrias nucleares se hagan responsables de los daños que pueden causar, y que causan.

Tu puedes ayudar. No podemos frenar los desastres naturales, pero si podemos evitar que sean hechos por el hombre.

No podemos hacer que el pueblo de Fukushima recupere lo que ha perdido, pero podemos estar junto a ellos y asegúranos de que reciben una indemnización, que son recordados, y que nadie tenga que sufrir a causa de un nuevo accidente nuclear nunca más.

Esperamos que el gobierno japonés escuche las voces de su gente, dejé de hablar de la energía nuclear e impulse las energías renovables de verdad. Pídele a la industria nuclear que pague

Blog por Junichi Sato, Director Ejecutivo de Greenpeace Japón
Traducción de Raquel Montón (@raquelmonton) responsable de la campaña antinuclear de Greenpeace

- Post 10/03/2013: Post Fukushima, Cospedal, y el cementerio nuclear