En Tasiilaq amanece a las tres de la mañana y muchas casas no tienen persianas, así que es frecuente encontrarse con turistas con cara de sueño. Esa es la pinta que tengo hoy pero no por el amanecer sino porque la impaciencia por iniciar las actividades científicas en uno de los parajes más espectaculares del mundo me ha despertado temprano.
Sólo llegar al barco me doy cuenta que no soy la única con cara de sueño: el periodista indio comenta que no ha podido dormir en toda la noche de la emoción de estar a bordo de un barco de Greenpeace y Texas, el radio operador, y Steven, el cámara de la expedición, se han levantado a las tres para preparar una conexión con Australia para las nueve de la mañana: vamos a entrar en directo en la ceremonia de estreno de “Age of Stupid”, una película ambientada en un futuro afectado por el cambio climático que hace referencia a la época en que pudo haberse detenido este fenómeno y no se hizo. Sin duda, el argumento invita a la reflexión (sobre todo en lugares como el Ártico donde los impactos son tan evidentes) y esto es lo que pretende nuestra conexión, poner de manifiesto la necesidad de actuar urgentemente si no queremos pasar a la historia como “la era de la estupidez”. De ello va a encargarse Eric Phillips, un experto explorador glaciar que forma parte de a tripulación del Arctic Sunrise para esta expedición.
La conexión se realiza con éxito e inmediatamente después, el helicóptero del barco parte hacia el glaciar Helheim con el equipo de la CNN y el Dr. Gordon Hamilton (Universidad de Maine), para grabar imágenes y sus declaraciones. El resto de periodistas y fotógrafos sacan fotos o hacen entrevistas en el barco y, mientras todo esto sucede, el equipo de la Dra. Fiamma Straneo (Woods Hole Oceanographic Institution de los Estados Unidos) se prepara para iniciar los muestreos en el fiordo de Sermilikad. Con la ayuda de una grúa que han soldado a la cubierta del barco, van a sumergir un instrumento que mide la temperatura, la salinidad y la turbosidad del agua. Los datos obtenidos en varios puntos del fiordo (con diferentes profundidades) les van a permitir avanzar en la investigación acerca de la aceleración del deshielo de los glaciares de esta zona debido a la llegada de aguas subtropicales cálidas.
Este fenómeno ha sido escasamente estudiado hasta la fecha y no está previsto en los documentos oficiales sobre cambio climático ni en las proyecciones de escenarios que maneja el Panel Intergubernamental sobre Cambio climático de Naciones Unidas (IPCC). Los primeros indicios de la presencia de agua caliente en el entorno de estos glaciares fueron constatados en una expedición que el equipo de la Dra. Straneo realizó en 2005 y, ante las incertidumbres acerca de la influencia de este fenómeno en el derretimiento de los glaciares, consideraron interesante investigar en colaboración con un equipo de expertos en deshielo. Así fue como entraron en contacto con el Dr. Hamilton, centrado en el estudio de la aceleración del derretimiento glaciar en el Ártico. Desgraciadamente, los primeros resultados derivados de investigaciones conjuntas no llegaron a tiempo para ser incluidos en el proceso de elaboración del cuarto (y último hasta la fecha) informe del IPCC que, pese a publicarse en 2007, está basado en datos recopilados hasta 2005.
Los dos equipos se complementan a la perfección y han llegado a constatar que los glaciares que mayor aceleración presentan en el deshielo son los que, según los mapas de corrientes marinas, están más cerca de la corriente de agua cálida del golfo. Pero todavía quedan muchas dudas por resolver: ¿cuáles han sido las dinámicas oceánicas que se han alterado para que la corriente marina del golfo llegue a entrar en un contacto tan directo con el glaciar? ¿Cuál es la relación entre las alteraciones en la temperatura, salinidad y turbulencia del agua y la dinámica de comportamiento del glaciar? ¿Cuáles serían los escenarios de deshielo en un futuro si no frenamos este proceso de aceleración?
Los datos que recopilemos durante esta expedición van a aportar luz sobre estas cuestiones pero lo que ya está claro es que estos glaciares se derriten a un ritmo cada vez más acelerado y, con ello, contribuyen al aumento del nivel del mar en una magnitud que no estaba prevista en los escenarios recogidos por el IPCC en el año 2007.
Con estos datos en mente me hago una rápida composición de lugar que me pone los pelos de punta: si este fenómeno no está recogido en los escenarios previstos por el IPCC, los límites de reducción de emisiones recomendados por Naciones Unidas (del 25 al 40% para los países desarrollados en 2020) no son suficientes para frenar el cambio climático, entonces, no quiero ni imaginarme lo que puede pasar si el acuerdo de Copenhague no llega ni a estos mínimos. Un escenario que no es tan improbable si tenemos en cuenta que el compromiso unilateral de la Unión Europea para Copenhague (reducción conjunta del 20% de las emisiones para 2020) queda por debajo del rango recomendado por el IPCC.
El Dr. Hamilton hace una reflexión parecida en voz alta que termina con la necesidad de que “los líderes políticos estén a la altura en Copenhague si no queremos que se precipiten los acontecimientos y el cambio climático se convierta en algo irreversible”. Así que, ante esto, sólo nos quedan dos opciones: confiar en la talla política de los líderes mundiales o echarnos a temblar... Desde el Arctic Sunrise seguimos apostando -y trabajando- para garantizar la primera, sin embargo, lo que hemos escuchado no nos deja indiferentes y ni el hecho de encontrarnos en uno de los lugares más mágicos del mundo es suficiente para sentirnos plenamente felices hoy.
Aida Vila, campaña Cambio climático y Energía de Greenpeace España