Durante estos días, ni el frío, ni la nieve, ni los nervios han hecho perder, ni por un momento, la sonrisa de todos los participantes a esta convención.
Todos los que estamos aquí, sentimos que estamos viviendo un momento histórico, uno de esos momentos que pasarán a la posteridad. Estamos celebrando una victoria que tendrá un gran impacto en la vida de muchas, muchísimas personas. Algunas de ellas las hemos conocido a lo largo de este tiempo y otras muchas no tendremos el privilegio de conocerlas nunca, pero esta victoria está dedicada a todas ellas.
El miércoles 3 de diciembre fue el DÍA. El día en que todos estábamos como locos. La noche anterior nos explicaron paso por paso todo lo que teníamos que hacer en el momento en que nuestros países firmaran el tratado (por donde debíamos ir, donde debíamos ponernos, etc.) pero nuestro caso fue un tanto peculiar.
Nuestra delegación, encabezada por el Ministro de Asuntos Exteriores, llegó sin previo aviso y por poco los perdemos. Por suerte, estábamos preparados para cualquier eventualidad que surgiera. Fuimos tras suyo, pasando los controles de seguridad y protocolarios, por muy poco no nos dejaron pasar aunque finalmente lo conseguimos, y el resultado fue el mejor que podíamos obtener. Hablamos con el ministro, Miguel Ángel Moratinos, y tras firmar el tratado nos hicimos la fotografía oficial con toda la delegación española. Aunque el mejor momento fue cuando el ministro nos dijo que España iba a ser uno de los treinta primeros países en ratificar el tratado. Mejor imposible.
Después de que casi un centenar de países firmaran el tratado y con cuatro ratificaciones tuvo lugar un concierto al aire libre (Oslo, mes de diciembre, de noche...) pero allí estuvimos, la ocasión lo merecía.
Todos los días han sido un cúmulo de sensaciones pero, ver al primer país (Noruega) firmar el tratado fue uno de los momentos más emocionantes. Hubo aplausos, risas, alguna que otra lágrima pero por encima de todo, muchísima alegría de comprobar que se estaba haciendo realidad la prohibición de las bombas de racimo.
Hoy, podemos decir que ¡las bombas de racimo están prohibidas! Yes, we can!
Meritxel Bennasar, campaña de Desarme de Greenpeace desde Oslo