No hay experiencia más bella en la Naturaleza que la observación submarina de un arrecife de coral. Las aguas transparentes del mar en los trópicos permiten que penetre la luminosidad hasta una profundidad superior a los treinta metros, lo que convierte esa franja marina en un auténtico estallido de vida y color. Ni la mejor acuarela se acerca al colorido vivo que observamos en un arrecife coralino, gracias a la gran variedad de seres que encuentran alimento y refugio en sus cientos de cubículos, huecos, escondites y grietas. Una tortuga marina puede surgir del fondo marino aleteando lentamente como si fuera un ave captada a cámara lenta; los tiburones acechan como corresponde al mayor depredador, pero el mayor espectáculo lo conforman cientos de peces de distintas especies y colores que se mueven nerviosos por el arrecife.
Ningún amante del mar debiera dejar pasar la vida sin disfrutar de este espectáculo. Mientras pueda. Porque los arrecifes de coral también están desapareciendo.
Un nuevo informe realizado en el Caribe alerta sobre el impacto de la urbanización costera sobre los arrecifes de coral. El estudio analiza 322 lugares en 13 países y alerta del retroceso de los corales debido a los vertidos de aguas residuales, la construcción de infraestructuras en la costa y el arrastre de contaminantes utilizados en agricultura.
Pero la mayor amenaza sobre los corales proviene del cambio climático. El aumento de la temperatura de las aguas en combinación con el aumento de la acidez de las mismas significará la desaparición de los arrecifes de coral. El primer efecto visible es el blanqueado, pero si las condiciones ambientales adversas se mantienen en el tiempo, la consecuencia es su desaparición.
Son muchas las funciones de estos ecosistemas. Además de su valor como recurso natural y turístico, albergan el medio de vida de decenas de miles de pescadores y crean una barrera de protección muy eficaz frente a grandes huracanes o tsunamis.
Son los ecosistemas más sensibles los que envían las señales más claras sobre qué está ocurriendo en nuestro entorno. La acuarela se está despintando. ¿Acaso no somos capaces de entenderlo?
Juan López de Uralde, director de Greenpeace España