El anuncio del abandono de la energía nuclear en Japón el pasado viernes remató una semana llena de “disgustos” por todo el mundo para la industria nuclear.
La decisión de Japón de acabar con la energía nuclear en 2030
Decisión de Japón de poner fin a su dependencia de la energía nuclear por la década de 2030 significa que seguirá el camino de países como Alemania y Suiza que han descartado la energía nuclear después del desastre del año pasado en Fukushima. Este es un increíble paso para un país que dependía en un 30 por ciento de la energía nuclear.
La decisión se produce con dos reactores nucleares parados en Bélgica después de que todo parece indicar que las vasijas de sus respectivos reactores están agrietadas.
A todos estos problemas para la industria nuclear se añade el cierre de Garoña, que se confirmó para julio de 2013, y el anuncio del nuevo gobierno de Quebec que ha confirmado que también se cerrará el reactor nuclear Gentilly-2.
Estos son momentos trascendentales, Greenpeace ha recibido con cautela la nueva "estrategia energética y medioambiental" de Japón como una decisión que se ha hecho esperar mucho tiempo. Sin embargo, creemos que 18 años es demasiado tiempo para para estar esperando que se termine definitivamente con las centrales nucleares.
Japón ya ha demostrado este verano que puede estar sin energía nuclear y que no hay ni restricciones ni apagones a pesar de que sólo dos de sus 50 reactores nucleares están en funcionamiento.
El futuro está muy claro. Greenpeace ha demostrado mediante su estudio para Japón del proyecto de [R]evolución Energética, que con una rápida puesta en marcha de proyectos de energía renovable y eficiencia energética, Japón puede disfrutar de una recuperación económica y cumplir con su meta en 2020 de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. No es necesario reiniciar ninguno de los reactores nucleares cerraron después de la catástrofe de Fukushima. En el caso de España, todavía se puede ir mas lejos, consiguiendo en 2050 un modelo 100% renovable y un ahorro económico total de más de 200.000 millones de euros al año de media, diez veces más de lo que nos perdemos cada año por importar petróleo y derivados. Aquí podríamos cerrar sin ningún problema todas las centrales nucleares mucho antes.
En Europa, el hecho de que los reactores nucleares Doel 3 y Tihange 2 en Bélgica estén fuera de servicio después de que las inspecciones corroboran el agrietamiento del acero de sus vasijas de contención, subraya el riesgo permanente para la seguridad pública que la energía nuclear significa.Es posible que los daños sean tan grandes que estos reactores no se volverán a reiniciar.
Por si esto no fuera suficiente, existe la posibilidad de otros reactores en todo el mundo podrían verse igualmente afectados. Todos estos reactores tienen sus vasijas fabricadas por la compañía holandesa ya desaparecida, RDM (Rotterdamsche Droogdok Maatschappij), que es quién fabrico las vasijas de Doel 3 y Tihange 2.
La Agencia Federal de Control Nuclear de Bélgica, FANC, organizó el mes pasado una reunión para discutir el tema con las autoridades para la seguridad nuclear en Bruselas. Los reguladores de Alemania, Holanda, España, Suecia, Suiza, EE.UU. y Argentina asistierón a las conversaciones.
Greenpeace considera alarmante, sin embargo, que los operadores y los reguladores en estos otros países dicen que no tienen ningún problema en absoluto, cuando todos estos reactores deberían ser inmediatamente parados para poder realizar una investigación adecuada y completa que garantizar la seguridad pública.
En clave mas positiva la seguridad ha dado un paso al frente en España, con el anuncio del cierre de Garoña.
Endesa e Iberdrola esperaban ampliar la vida útil de la planta hasta 2019, esto hubiera supuesto unas inversiones estimadas de unos 120 millones de euros en mejoras de modernización y de seguridad, pero finalmente abandonaron la idea. Este debería ser el comienzo de un futuro renovable y sostenible en España y es una gran victoria de aquellos que han estado defendiendo esta campaña durante 20 años.
Todo ello hace que nos preguntemos con asombro cuantos golpes está dispuesta a asumir la industria nuclear. Su rival son las energías renovables, mejores y mas modernas, un competidor contra el que la nuclear no puede ganar.
Justin McKeating, Greenpeace Internacional.
Traducción de Raquel Montón (@raquelmonton) responsable de la campaña antinuclear de Greenpeace