La madera usada para los elementos urbanos vuelve a ser hoy tema de discusión en el Ayuntamiento de Barcelona, y es que nos han invitado a participar en la presentación de una Guía para la elección sostenible de madera urbana.
Aunque el documento en cuestión es bastante mejorable, participaremos porque Barcelona se ha destacado siempre por ir por delante en la introducción de criterios ambientales en la contratación pública, lo que comúnmente se llama compra verde. Hace ya 11 años, en 2003, expusimos públicamente que el Ayuntamiento de Barcelona era cómplice de la destrucción de los bosques primarios de África Central, tras una investigación en la que encontramos madera de Camerún, procedente de talas ilegales, en los almacenes de los Servicios Funerarios municipales.
Para denunciar este hecho, en mayo de 2003 organizamos una comitiva fúnebre desde el barco Rainbow Warrior, atracado en el Puerto de Barcelona, hasta la Plaza de Sant Jaume, donde se encuentra el ayuntamiento. La comitiva portaba un ataúd con la réplica de peluche del famoso gorila “Copito de Nieve”, un genuino gorila albino originario de África Central (de la misma región que la madera ilegal) y que fue durante muchos años el icono del Zoo de Barcelona. Greenpeace se anticipó unos meses a este desenlace, ya que el gorila albino falleció en noviembre de 2003.
Esta denuncia no fue la única, también señalamos, en aquellos días, a un importador de madera que traía “madera de conflicto”, enormes troncos procedentes de Liberia donde la madera era moneda de cambio para comprar diamantes y armas. Todas estas denuncias provocaron un movimiento municipal interesado en la inclusión de los productos forestales en las políticas de compra pública verde. Barcelona fue de las primeras ciudades en sumarse a la compra sostenible de madera.
También aquel mismo año, 2003, la Unión Europea aprobó un plan, FLEGT se llamaba, que puso en marcha diversas iniciativas para apoyar a los países productores de madera a mejorar la gobernanza y el cumplimiento de la leyes forestales. Fruto de ese plan, el año pasado, diez años después, entró en vigor en todos los países, también en España, la ley de madera, legislación que obliga a los importadores de madera a evaluar a sus proveedores y a conocer al detalle su cadena de suministro para evitar la introducción de madera ilegal dentro de las fronteras europeas.
Pero seguimos igual. Los países europeos, incluido España, no está aplicando la legislación y es público y notorio que la autoridad competente en esta materia no está realizando ninguna evaluación del cumplimiento de la ley a los operadores en el mercado de la madera. Y, como hemos demostrado recientemente en el Puerto de Caen (Francia), madera procedente de contextos de ilegalidad y corrupción entra todavía en la Unión Europea. La legislación de madera no se cumple y la madera sigue entrando.
Barcelona tiene ahora una guía para elegir de manera sostenible la madera para su mobiliario urbano. Pero en dicha guía no se habla apenas de la madera ilegal, no se relaciona la actividad forestal con la deforestación tropical y se olvida hablar del alto riesgo que supone utilizar maderas procedentes de países como Brasil o la República Democrática del Congo.
Diez años después del funeral de Copito de Nieve, la sensación que nos queda es que hemos avanzado poco.
Miguel Ángel Soto, @NanquiSoto, responsable de la campaña de Bosques de Greenpeace