Hace 35 años, en 1975 se creó la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Empezó con solo 10 miembros hasta tener en la actualidad unos 175 países, esto la ha convertido en uno de los los tratados ambientales de mayor aceptación. Es también uno de los más exitosos. A diferencia de otros tratados ambientales, CITES establece unas reglas claras y específicas, apoyadas por unos mecanismos concretos de supervisión y de obligado cumplimiento, que incluye prohibiciones comerciales temporales que se revisan cada dos años.
Bajo este convenio se han protegido muchas especies: los gorilas, amenazados por la demanda de carne y la venta de objetos de decoración; los elefantes, por su apreciado marfil; los cocodrilos, por aquella moda de llevar zapatos, bolsos y carteras de piel "auténtica"; la caoba, debido a la alta cotización de su madera obtenida masivamente mediante talas ilegales en la Amazonia; el Palosanto de Río, una especie de la mata atlántica brasileña (ecosistema amenazado del que tan sólo queda el 7% de su superficie original) cuya preciosa madera se ha utilizado masivamente para la fabricación de guitarras y otros instrumentos de cuerda; el esturión, cuyas poblaciones se han esquilmado para la comercialización de sus huevas... y así hasta proteger más de 33.000 especies, de las cuales el 85% (unas 28.000) son plantas y el 15% (15.000) son animales.
Durante 10 días, del 13 al 23 de marzo, tiene lugar la 15 reunión de este convenio donde se va a decidir, entre otras especies, si los países deberían de proteger el atún rojo (/Thunnus thynnus/). De ellos depende que sigamos viendo a esta especie nadando por los mares y océanos. Los gobiernos se enfrentan en esta reunión a una decisión que nos debería de concernir a todos, ¿queremos que especies como el atún rojo se extingan?
Sin embargo, aquí sentados leyendo este blog, no podemos ir uno a uno a Doha (donde tiene lugar CITES) a dar nuestra opinión y voto, pero sí que podemos tomar una decisión que ayude a esta especie, pidamos una pesca responsable, que los gobiernos gestionen los recursos marinos de una manera sostenible, que no volvamos a encontrarnos en esta tesitura, al borde de la extinción.
El atún rojo, se encuentra al borde del colapso, ¡10 días son suficientes para protegerlo! Por favor, tomen las decisiones correctas.
Celia Ojeda, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace