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Greenpeace considera que las negociaciones no avanzan con la urgencia y contundencia necesarias para el acuerdo de París

La organización ecologista cree que los países productores de petróleo tratan de bloquear el proceso de abandono de los combustibles fósiles

Comunicado de prensa - octubre 23, 2015
Al cierre de la última ronda negociadora sobre cambio climático antes de la Cumbre de París, que ha tenido lugar en Bonn durante toda esta semana, Greenpeace ha constatado la falta de ambición y lentitud en las negociaciones, que contrasta con la urgencia que exige atajar el cambio climático.


"Planta solar termoeléctrica Gemasolar en Fuentes de Andalucía (Sevilla)".

“Esta semana comenzó con un poderoso tifón batiendo Filipinas, la 12ª gran tormenta que golpea el país este año, y termina con Méjico a punto de sufrir el impacto del huracán Patricia, el más poderoso que se ha registrado nunca en el hemisferio Norte. No hacen falta más recordatorios de que ya estamos sintiendo los impactos del cambio climático”,
ha declarado Martin Kaiser, jefe de la delegación de Greenpeace en las negociaciones.

El portavoz de Greenpeace ha destacado que las negociaciones han seguido durante cinco días sin sensación alguna de urgencia, lo que pone más presión ante las negociaciones de París, y hace mucho más difícil que se alcance un acuerdo ambicioso.

“Por el lado positivo, algunas de las cuestiones fundamentales, como el objetivo a largo plazo de abandonar los combustibles fósiles, se han recuperado y están consiguiendo un apoyo creciente entre los países. Queremos ver términos que señalen el fin de la era de los combustibles fósiles y una nueva era basada en energía 100% renovable, pero esto es un comienzo”, ha señalado Tatiana Nuño, representante de Greenpeace España en la delegación ecologista en Bonn.

Greenpeace destaca que cada vez más países apoyan un mecanismo para revisar al alza los compromisos de reducción de emisiones cada cinco años, y considera que este proceso tiene que empezar antes de 2020 para evitar quedarse estancados en la actual situación de falta de ambición.

Para Greenpeace, es bueno también que las referencias a las pérdidas y daños sigan en el texto. Esto es irrenunciable para los más pobres, que están perdiendo sus hogares ya en países como Filipinas o Méjico.

Por otro lado, los representantes de Greenpeace consideran el texto demasiado largo.A falta de solo cinco semanas para París, tenemos 55 páginas. Y no es lo bastante específico en algunas de las cuestiones clave. Está claro por qué ha pasado esto: los países productores de petróleo están intentando bloquear las negociaciones y secuestrar este proceso para sus propios fines. No se les debe permitir que se salgan con la suya”, ha añadido Nuño.

Greenpeace considera que la falta de tiempo se está convirtiendo en un serio problema. “Los negociadores se están poniendo nerviosos y es comprensible dado lo que está en juego. Todo el mundo quiere jugar sus cartas muy tarde, pero no todos pueden tener un as en la manga. Y esto es demasiado importante como para considerarlo una partida de póker. Los países tienen que soltar sus cartas y jugar la partida como un equipo”, ha apuntado Kaiser.  

Greenpeace ve con esperanza el cambio de dinámica fuera del proceso de negociaciones climáticas de la  ONU (CMNUCC) que se está viendo este año: la declaración del G7 sobre descarbonización, la encíclica del Papa, la cooperación entre China y EE. UU. sobre cambio climático y la reunión de Ban Ki Moon con líderes mundiales en Naciones Unidas donde la energía 100% limpia fue una de las opciones de la declaración final.  

También ha habido un cambio de mentalidad en el mundo de los negocios. Ayer, sin ir más lejos, el gigante eléctrico italiano Enel dijo que abandonará completamente el carbón para 2050. El mensaje para los inversores es que la era de los combustibles fósiles se ha terminado y esto debería acelerar la transformación de las inversiones sucias a las limpias.

“Aún tenemos que ver cómo la española Endesa se adapta a la nueva dirección de su propietaria Enel, pero globalmente los vientos de cambio están soplando por el mundo energético. París necesita sentir esos vientos y adaptarse a ellos”, ha concluido Nuño.

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