Activistas de greenpeace recogen muestras de maiz en un campo, que una vez analizado resulta ser un cultivo transgenico, en Tauste, cerca de Zaragoza.
Un nuevo estudio sobre los impactos sobre la salud de los
Organismos Modificados Genéticamente (OMG) que ya han sido
aprobados en la UE para consumo, arroja nuevas dudas sobre los
procesos a través de los cuales estos cultivos son evaluados por
las autoridades Europeas para comercialización y consumo.
El estudio, llevado a cabo por el instituto francés CRIIGEN a partir de los
resultados de los estudios de alimentación de ratones con un maíz
transgénico de la empresa biotecnológica Monsanto, destaca 60
diferencias significativas entre ratones que han sido alimentados
con el maíz transgénico y aquellos que lo han sido con un maíz
normal durante 90 días. El primer grupo mostró diferencias en las
mediciones de riñones, cerebro, corazón e hígado, así como
diferencias en el peso, lo cual se considera una clara señal de
toxicidad.
"Estamos profundamente preocupados porque los cultivos y
alimentos transgénicos están recibiendo luz verde de la UE para su
comercialización, a pesar de las alarmantes anomalías en la salud
de los animales empleados para realizar los tests, incluso en
periodos de análisis muy cortos", ha afirmado Juan-Felipe Carrasco,
responsable de la campaña contra los transgénicos de
Greenpeace.
El maíz de Monsanto, conocido como NK603, ha sido
manipulado genéticamente para tolerar las aplicaciones del
herbicida comercializado por la misma empresa Monsanto. Aprobado
para importación y consumo en 2004, actualmente existen campos
experimentales en toda la UE (la mayor parte de ellos en España) de
cara a una futura aprobación para cultivo comercial.
Los científicos del CRIIGEN han analizado los resultados de los
tests realizados por Monsanto que habían sido entregados por la
compañía a las autoridades de seguridad alimentaria de la UE para
solicitar la aprobación de su cultivo. El informe del CRIIGEN sugiere que es necesaria una
investigación mucho más profunda. Ni Monsanto ni los comités
científicos consultados han aclarado nada sobre las diferencias
significativas halladas, calificándolas como "no biológicamente
significativas". El CRIIGEN pone en duda esta conclusión.
"Es alarmante que una compañía que produce un transgénico, no
solamente diseñe y lleve a cabo los tests de seguridad de su propio
producto sino que, además, analice sus propios resultados. La falta
de evaluaciones independientes de los datos derivados de estos
tests sugiere que el procedimiento de evaluación de riesgos de la
UE está pasando por alto las amenazas y no los está evaluando en
absoluto, sino únicamente dando el visto bueno a los informes de
las compañías biotecnológicas", ha añadido Carrasco.
Este es el segundo caso similar en pocas semanas: en marzo se
publicó un estudio científico sobre un maíz de la misma empresa,
conocido como MON863, que muestra señales de toxicidad en riñones e
hígado en ratones alimentados con él a lo largo de tres meses.
El Profesor Gilles-Eric Séralini, del CRIIGEN, de la Universidad
de Caen (Francia) y de la Comisión de Biotecnología del estado
Francés (Commission du Génie Biomoléculaire, CGB) ha afirmado: "El
análisis estadístico debería ser repetido por expertos
independientes y los datos brutos originales puestos en una página
web accesible para que toda la comunidad científica pudiera
involucrarse. Deberían llevarse a cabo, además, nuevos tests de
alimentación cuando los análisis de los datos no arrojan
conclusiones claras".
Greenpeace exige la retirada del mercado del maíz NK603 a la espera de estudios más profundos y de una nueva evaluación de los tests que lleva a cabo Monsanto; exigimos también la suspensión de toda autorización de cultivos transgénicos hasta que los sistemas de evaluación de riesgos de la UE sean revisados y modificados.
NOTAS
El informe del CRIIGEN está disponible a través del Profesor
Séralini (40 rue de Monceau, 75008 PARIS)
Estará disponible en los próximos días en la página http://www.criigen.org/