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OMC, ¡Fuera de Nuestra Comida!

Comunicado de prensa - mayo 24, 2004
El gobierno estadounidense ha emprendido un proceso a través de la OMC contra las políticas de transgénicos de la Unión Europea, solicitando 1.800 millones de dólares de la UE por la pérdida de exportaciones de maíz transgénico. Greenpeace está convencido de que todo país tiene derecho a rechazar organismos transgénicos y comida derivada de la ingeniería genética, y la OMC no debería tener voz ni voto al respecto.

OMC, ¡Fuera de Nuestra Comida!

Greenpeace se ha unido a la objeción ciudadana Bite Back (Contraataca: OMC, ¡Fuera de Nuestra Comida!) junto a Amigos de la Tierra, Ayuda en Acción, Public Services International (federación internacional de sindicatos de trabajadores del sector público), la ONG estadounidense Public Citizen (Ciudadano Público), el sindicato agrario francés Confédération Paysanne y más de 200 organizaciones más.

El objetivo de la campaña es recopilar y enviar miles de peticiones a la Organización Mundial del Comercio de personas de todo el mundo, solicitando la desestimación del desafío del gobierno estadounidense contra las leyes de etiquetado de la UE.

Los EE.UU. están intentando usar la OMC para desafiar la prohibición de la Unión Europea referente a los organismos modificados genéticamente. Al presentar esta denuncia, los EE.UU. también están intentando usar la OMC para invalidar acuerdos medioambientales cruciales como el primer acuerdo global legalmente vinculante que permite que los países rechacen organismos transgénicos: el Protocolo de Bioseguridad.

Todos los países tienen derecho a rechazar los organismos modificados genéticamente y a exigir un etiquetado obligatorio de los productos que los contengan. Las decisiones relacionadas con la regulación del comercio internacional de organismos modificados genéticamente deberían tomarse de acuerdo con el Protocolo de Bioseguridad de las Naciones Unidas y no por la OMC.

El gobierno estadounidense y corporaciones de actividades agrícolas pueden alegar que las regulaciones sobre transgénicos de la UE son injustas. El hecho es que la UE es el mayor importador mundial de cultivos transgénicos, con al menos 15 millones de toneladas de soja transgénica de Monsanto haciéndose paso cada año en Europa para alimentar animales.

Los gobiernos de la UE no son elegidos para representar los intereses partidistas de los negocios agrícolas o de los agricultores estadounidenses, que han sido engañados para cosechar cultivos que nadie quiere y que amenazan la biodiversidad. Hay una gran demanda global para que aumente la información al consumidor, pero no hay una demanda de comida transgénica.

Por lo tanto, la legislación de la UE relativa al etiquetado de organismos modificados genéticamente está plenamente justificada y ni siquiera es lo suficientemente estricta. Todavía precisa de requisitos para que la carne, los productos lácteos y los huevos sean debidamente etiquetados si los animales de los que se obtienen estos productos han sido alimentados con transgénicos.

La industria transgénica quiere decirnos qué comer pero no qué hay en nuestra comida, lo que no se aceptará en Europa. Los consumidores europeos pueden pensar por sí mismos y no apoyarán el peligroso factor de liberar organismos transgénicos en el medioambiente para que Monsanto mantenga sus ventas de pesticidas. La soja transgénica que llega a las costas europeas no sólo debería estar debidamente etiquetada sino que debería ser directamente devuelta a los EE.UU. y Argentina con una nota de "No gracias".

Si quieres saber más:

- Únete a Bite Back ahora

- Lee nuestro informe sobre la guerra estadounidense contra la Bioseguridad (en inglés): The US War on Biosafety

- Lee nuestro informe sobre las implicaciones de las nuevas regulaciones de etiquetado de la UE (en inglés): Implications of the EU's New Labelling Rules

- Lee nuestro informe sobre gobiernos de todo el mundo que solicitan el etiquetado y regulación de los organismos transgénicos (en inglés): Governments Worldwide Require Labelling and Regulation of GMOs