La coexistencia entre cultivos transgénicos y no transgénicos no es posible.
Las organizaciones firmantes de este comunicado, Amigos de la
Tierra, COAG, Greenpeace, Red de Semillas, SEAE, exigen que las
normas de coexistencia garanticen la permanencia de la agricultura
convencional y ecológica libres de transgénicos (OMG), amparándose
el derecho prioritario de los agricultores ecológicos y
convencionales a no sufrir contaminación genética y estableciendo
un régimen de responsabilidad civil en el que los daños
ambientales, sociales y económicos derivados de los OMG, incluyendo
la contaminación genética, recaiga sobre los titulares de las
autorizaciones de su liberación al medio. Además piden que, en
tanto en cuanto no se cumplan estas condiciones, se prohíba el
cultivo de cualquier variedad de semilla modificada genéticamente
en suelo español.
El pasado 9 de junio, los Ministerios de Agricultura y de Medio
Ambiente presentaron una nueva versión del Proyecto de Real Decreto
"de coexistencia" a las organizaciones de agricultores, ecologistas
y representantes del sector de la agricultura ecológica. Hoy, se ha
enviado a estos Ministerios un documento de alegaciones y
comentarios a este Proyecto de Real Decreto.
Para las organizaciones firmantes, el texto es claramente
insuficiente dado que sigue manteniendo los principales defectos
que se han venido criticando en las anteriores versiones y, por
tanto, legitima, de facto, la contaminación genética en lugar de
garantizar la protección de los cultivos y de los productos no
transgénicos. Sin embargo, por parte de los Ministerios, ha habido
una mejoría en la voluntad de transparencia al convocar a los
grupos que trabajan esta materia a una reunión y por la intención
de crear una norma ligeramente más restrictiva que la anterior
propuesta (por ejemplo, la nueva distancia entre campos
transgénicos y no transgénicos pasa de 50 a 220 metros). Además, el
texto del Proyecto no es suficientemente explícito en cuanto a la
posibilidad de declarar zonas libres de transgénicos y legaliza la
existencia de zonas reservadas para transgénicos mediante la
posibilidad de acuerdos entre agricultores. Todo ello, a pesar de
que existe un verdadero movimiento de regiones europeas que se
declaran zonas libres de transgénicos.
Recientemente, destacados miembros de los Ministerios implicados
han venido realizando declaraciones que podrían hacer pensar que
las autoridades españolas no muestran ya un apoyo tan incondicional
a las empresas biotecnológicas y a sus actividades. Los firmantes
esperan que esto desemboque en un cambio real de política en
materia de transgénicos y no sean una simple maniobra de maquillaje
político.
Este Proyecto de RD no impide ni reduce los riesgos de
contaminación genética sino que tolera, garantiza y legitima la
contaminación genética, es decir la presencia constante y aceptada
de OMG en la agricultura convencional y ecológica. Es difícil
entender que una normativa que pretenda, según el Ministerio de
Agricultura, "ponérselo complicado a quien quiera sembrar
transgénicos" siga teniendo graves defectos, entre los cuales:
· Minimiza el problema de la contaminación genética,
eludiendo además la obligación de respetar un nivel cero de
contaminación en la agricultura ecológica.
· Establece unos umbrales de contaminación que permiten que
las cosechas puedan ser contaminadas por transgénicos
· Equipara los derechos de los agricultores que practican
agricultura MG, convencional y ecológica.
· Reduce la coexistencia a un problema comercial.
· Exime de cualquier responsabilidad a las empresas
productoras de semillas y no establece un régimen adecuado de
sanciones.
· No mejora las actuales condiciones de absoluta falta de
transparencia.
El cúmulo de casos de contaminación genética documentados en la
historia de los cultivos MG en nuestro país y en el resto del mundo
y la avalancha de nuevas variedades MG impulsadas por las empresas
biotecnológicas hace que sea de vital importancia disponer de unas
normas de coexistencia eficaces que aseguren la supervivencia de la
agricultura convencional, y especialmente de la agricultura
ecológica, libre de transgénicos. Como se ha demostrado en Estados
Unidos, la ausencia de este tipo de medidas conduce
inevitablemente, y de manera alarmantemente rápida, a la
contaminación de la base del sistema alimentario mundial: las
semillas. La posibilidad de una contaminación irreversible del
suministro de semillas es tan grave, que exige que el principio de
precaución por el que se rigen todas las políticas europeas, se
aplique en este caso rigurosamente.
En estas condiciones y mientras no se pongan en marcha medidas
eficaces para impedir la contaminación, es urgente la prohibición
de cultivos de toda variedad modificada genéticamente en nuestro
territorio.