Activistas de Greenpeace se han encaramado al New Flame para colocar una bandera con el lema “vertido diplomático”.
Los ecologistas han exigido a los Gobiernos español y andaluz
que se haga un estudio de causalidad en el que se determine por qué
determinadas enfermedades como el cáncer de pulmón tiene la mayor
mortalidad del Estado en el Campo de Gibraltar. Los ecologistas,
que llevan pidiendo este estudio desde el año 1989, recuerdan que
según el Atlas de Mortalidad en Áreas Pequeñas en España de la
Universidad Pompeu Fabra, coordinado por Joan Benach, el Campo de
Gibraltar sufre una crisis de salud pública crónica, que hace que
la esperanza de vida en el área sea menor que en el resto de España
y hasta de 20 años menos en comparación con algunas comarcas del
Norte.
El estudio tendría que tratar el problema globalmente, ya que
hasta ahora sólo se han hecho trabajos parciales sobre afecciones
determinadas como el asma o el mieloma (cáncer de sangre) e
identificar las fuentes de contaminación.
La contaminación por hidrocarburos se debe principalmente a los
hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), compuestos capaces de
permanecer en el medio ambiente durante largos periodos de tiempo.
Se acumulan en los seres vivos y entran en el ser humano a través
de la dieta y por inhalación. Los PAHs pueden alterar el material
genético y algunos son cancerígenos muy potentes. De hecho,
producen tumores en el tejido epitelial "prácticamente en todos los
animales testados".
Greenpeace, Verdemar y Agaden piden además una moratoria para la
industria pesada hasta que no se haga el estudio epidemiológico.
Esta antigua petición de las organizaciones ecologistas locales ha
pasado inadvertida hasta ahora y existen en estos momentos
proyectos de reindustrialización.
El caso del New Flame
Greenpeace, que realizó ayer una protesta en el New Flame, ha
entrado hoy en Algeciras para señalar la causa de vertidos como los
que está provocando el barco. En la Bahía se usan más de seis
millones de toneladas de fuel en repostajes barco a barco.
Gibraltar mueve 4,3 millones de ellas desde gabarras o gasolineras
flotantes (de las tres que existen sólo una tiene doble casco), sin
las condiciones de seguridad necesarias y a un precio menor que en
otros puertos, puesto que en Gibraltar no se paga la tarifa Marpol.
Las gasolineras flotantes no están autorizadas en la UE porque
suponen un grave riesgo de mareas negras. Además, las operaciones
de bunkering se hacen sin las medidas de seguridad necesarias, ya
que ni siquiera utilizan barreras anticontaminación durante los
repostajes para prevenir la dispersión de los derrames.
Esta situación de descontrol en Gibraltar hace que las empresas
españolas aprovechen la conyuntura para sacar beneficios y relajar
las medidas de seguridad. De hecho, el New Flame estuvo en
Gibraltar apenas unas horas (entre la noche del 11 y la madrugada
del 12 de agosto) para repostar con una gabarra de la empresa
Gibunco, que aunque opera en aguas del Peñón, se surte en la
refinería de CEPSA en San Roque y realiza operaciones de bunkering
también en aguas de Algeciras.
Las organizaciones ecologistas reclaman también al Gobierno que
especifique la composición concreta y la procedencia de la chatarra
que se encuentra en las bodegas del New Flame. Greenpeace envió la
primera carta reclamándolo a los ministerios de Medio Ambiente y
Fomento el pasado 13 de agosto. Sólo hay que recordar casos
similares donde simples cargas de chatarra terminaron conteniendo
materiales tóxicos y peligrosos. Es el caso del buque Don Pedro
cargado con baterías o el de la fuente de cesio 137 fundida en
Acerinox, en Los Barrios, que procedía también de uno de estos
buques chatarreros.
CEPSA
En la Bahía se mueven en total unos 20 millones de toneladas de
productos petrolíferos al año. Es habitual la presencia diaria de
decenas de grandes buques y petroleros en la Bahía, tanto por
tráfico de las refinerías de CEPSA, como para trasvase de productos
petrolíferos o carga de combustible. El 30% del fuel que se vende
en Gibraltar procede de la refinería de CEPSA en San Roque. Además,
en la parte española, el repostaje en el mar mueve más de dos
millones de toneladas de gasoil, lo que también provoca derrames
constantes.
CEPSA tienen concedida la autorización ambiental integrada
condicionada a una auditoría externa, debido a los repetidos
accidentes que ha tenido en el último año. En sólo dos meses, entre
marzo y junio de 2007, tuvo tres incidentes, dos incendios y un
escape de una nube tóxica, según la planta causados por problemas
eléctricos. Tras estos sucesos, la Junta de Andalucía obligó a la
empresa a realizar una auditoría externa coordinada por el CSIC,
que tenía que haber finalizado en diciembre. A día de hoy, CEPSA
continúa teniendo la autorización ambiental pendiente de auditoría
y los incidentes siguen produciéndose. De hecho, el pasado 9 de
noviembre volvió a haber otro incendio y otra nube tóxica que gaseó
La Línea y Los Barrios.
Según los últimos datos aportados por la propia empresa, que
figuran en el registro EPER, en 2005, CEPSA San Roque emitió a la
atmósfera 90.530 kilos de benceno (34.900 kilos más que en el
2004), 23,8 kilos de mercurio (23 kilos más que en el 2004) y 371
kilos de plomo (no aportan datos de 2004).
El benceno es un compuesto cancerígeno muy volátil que se libera
con facilidad a la atmósfera. El mercurio es un metal pesado que se
evapora a temperatura ambiente y que posee un alto poder
cancerígeno que puede dañar el material genético, tiene efectos
negativos sobre la reproducción y puede provocar defectos
congénitos y abortos. El plomo es un elemento químico muy peligroso
que puede acumularse en los organismos y entrar en la cadena
alimentaria. Provoca daños en el sistema nervioso central, riñones,
sistema reproductor y problemas de desarrollo infantil.