Este sitio usa cookies. Si continúas navegando estás aceptando su utilización. Más información

Los vertidos urbanos y las malas prácticas agrícolas provocan que la calidad del agua sea muy deficiente

Greenpeace exige al Gobierno vasco un plan para erradicar los vertidos tóxicos que oblige a las empresas a pasarse a la producción limpia

Comunicado de prensa - octubre 25, 2005
Greenpeace califica de muy deficiente el estado del agua en la Cuenca Mediterránea Andaluza en su informe “Agua” presentado hoy en rueda de prensa. De hecho, la propia Administración autonómica reconoce que sólo el 5,5% de sus masas de agua superficiales podrían cumplir los objetivos ambientales de la Directiva Marco del Agua, DMA. Es decir, que sólo el 5,5% podría tener en 2015 un estado de calidad suficiente para mantener su poder de autodepuración y los ecosistemas que dependen de ella. Y esto, cuando todavía quedan el 52,4% de las aguas por analizar.

La DMA es la ley europea que rige la política de aguas desde el 2004 y será de obligado cumplimiento en el 2015. Esta Directiva obliga a recuperar la calidad de las aguas continentales abandonando la política de infraestructuras hidráulicas, que se ha demostrado ineficaz y obsoleta para los problemas de gestión del agua, y adoptando una visión ambientalista del medio hídrico que permita su adecuada protección.

Los principales problemas de la cuenca son:

  • La contaminación que sufren los ríos. La causa fundamental es el vertido de aguas residuales urbanas. De hecho, un tercio de las aguas fecales que se vierten en la cuenca carecen de tratamiento.

  • La contaminación de sus acuíferos. Las malas prácticas agrícolas han provocado que el 22% de los acuíferos estén afectados por contaminación por nitratos (con niveles superiores a los 50mg/l).

  • La excesiva demanda de agua. Los responsables son la agricultura y el sector turístico (campos de golf, complejos hoteleros y segundas residencias). El resultado es la sobreexplotación(1) y la salinización(2) de sus acuíferos. El consumo es 310 hm3/año mayor que la aportación natural de toda la cuenca.

Si la Junta de Andalucía no pone los medios necesarios para paliar esta grave situación y conservar su medio hídrico, la Cuenca Mediterránea Andaluza no sólo continuará sufriendo problemas de disponibilidad de agua, sino que estos problemas se agudizarán por los elevados índices de contaminación y la creciente demanda. Todo ello incide directamente en que la Cuenca Mediterránea Andaluza sea una de las cuencas con mayor índice de desertificación de la Península Ibérica.

"La lucha contra la contaminación no sólo permitiría aumentar más la disponibilidad de recursos hídricos que la construcción de embalses y trasvases, sino que es la única forma de asegurar agua para las futuras generaciones. Es urgente que la Junta de Andalucía frene la demanda", ha declarado Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace.

"La Junta de Andalucía debe dejar de incumplir la ley y depurar el 100% de sus aguas residuales. Si se siguen postergando estas medidas, la Cuenca Mediterránea Andaluza no cumplirá los objetivos de la DMA", ha declarado Julio Barea, responsable de la campaña de aguas de Greenpeace.

Éstas son algunas de las conclusiones que Greenpeace ha extraído sobre la Cuenca Mediterránea Andaluza en su informe "Agua: la calidad de las aguas en España. Un estudio por cuencas", el primero que analiza la totalidad de las aguas continentales españolas (ríos, acuíferos, lagos, humedales, estuarios, rías...).

Greenpeace ha realizado esta investigación para conocer el estado de las aguas continentales en un momento crucial: la entrada en vigor de la DMA. El estudio se centra en la calidad de los recursos hídricos, que será en el futuro la que marcará la disponibilidad del agua en todo el Estado. El término calidad incluye la contaminación (grado de toxicidad de los diferentes vertidos), el estado ecológico de las aguas superficiales (la buena salud del ecosistema y su capacidad de regeneración) y el estado químico de las subterráneas.

La principal conclusión del informe afirma que en el Estado español sólo el 11% de las aguas superficiales y el 16% de las subterráneas están en este momento en condiciones de cumplir en 2015 los objetivos que marca la DMA. Es decir, sólo el 11% de las aguas superficiales tiene calidad suficiente para mantener su poder de autodepuración y los ecosistemas que dependen de ella. Y en el caso de las subterráneas, sólo el 16% mantiene las cualidades químicas suficientes para que se puedan utilizar en abastecimiento y riego.


(1) La sobreexplotación consiste en extraer más agua de la que entra en el acuífero. Esto provoca que se sequen ríos, manantiales y pozos que se alimentan de ellos.

(2) Cuando se saliniza un acuífero deja de ser útil para cualquier uso (consumo, riego o industrial). Su recuperación a corto plazo es imposible, y sólo se consigue dejando de extraer agua del acuífero durante largos periodos de tiempo.