Activistas de Greenpeace en la Plaza del Pilar de Zaragoza, para denunciar que en España (y concretamente en Zaragoza) se están fabricando bombas de racimo que podrían ser vendidas a países en conflicto.
En el día mundial de la Paz, Greenpeace denuncia que 25
conflictos armados siguen activos en el sistema internacional. El
deterioro de la situación en Líbano, Palestina, Yemen y Pakistán ha
provocado un repunte en el número de conflictos activos en el
mundo, la mayoría de ellos ubicados en la zona geográfica de
Oriente Medio, Cáucaso y Asia Central. Además, varios contextos de
conflicto sufrieron deterioros en los últimos meses, como
Afganistán, Irak, Palestina y Somalia.
Todos estos conflictos tienen un alto coste humano. El informe
anual del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR)
del año 2006 señaló que en ese año se produjo, por primera vez en
cinco años, un aumento del número de refugiados en el mundo, debido
sobre todo al impacto de la guerra de Irak. A la vez, la falta de
recursos y la violencia impidieron llevar a cabo la necesaria
acción humanitaria en la franja de Gaza (Palestina).
La respuesta de la comunidad internacional ante todos estos
hechos es insuficiente. Por un lado, en muchos casos no se presta
la necesaria atención y no hay suficiente acción política para
poner fin a estos conflictos. Por otro, la comunidad internacional
incluso se desentiende de los efectos humanitarios de los mismos.
En el año 2007, sólo cuatro de los países incluidos en el Proceso
de Llamamientos Consolidados de las agencias humanitarias de la ONU
lograron recaudar el 50% de los fondos necesarios para satisfacer
las necesidades humanitarias de las víctimas. Esto significa que
los civiles, principales víctimas de los conflictos armados
modernos, sufren sus consecuencias sin ni siquiera recibir la
mínima atención humanitaria que debería estar garantizada.
En medio de esta situación, algunos países continúan lucrándose
con las ventas de armamento. España exportó armas en el año 2006
por valor de 845 millones de euros, el doble que en el año 2005.
Estas exportaciones se siguen caracterizando por su falta de
transparencia, de forma que es imposible saber qué se vende
exactamente y a dónde.
"Esperamos que en la tramitación parlamentaria de la nueva Ley
que debe regular el comercio exterior de material de defensa y de
doble uso se incluyan los avances necesarios en materia de
transparencia y control del comercio exterior de armamento. De lo
contrario, seguiremos en una situación como la actual, en la que
nos es imposible saber a dónde vendemos, qué vendemos y con qué
garantías de que las armas españolas no serán usadas para violar
los derechos humanos o para agravar un conflicto armado", declaró
Mabel González Bustelo, responsable de Desarme de Greenpeace.
Además, en España se sigue fabricando y vendiendo armamento como
las bombas de racimo, especialmente dañinas para las poblaciones
civiles. Al menos dos empresas españolas fabrican este tipo de
armas y el ejército español tiene un arsenal de este armamento. En
todos los conflictos donde se han usado, desda Vietnam o Laos en
los años setenta a Afganistán, Kosovo, Irak o Líbano más
recientemente, se ha demostrado que el 98% de sus víctimas son
civiles. "Es inaceptable que un gobierno que dice tener un
compromiso con la paz se niegue a prohibir la fabricación de unas
armas de efecto indiscriminado que causan muerte y mutilación entre
los civiles allí donde se usan. Exigimos al gobierno español que
siga los pasos de Bélgica y prohíba, de forma inmediata, la
fabricación y venta de este armamento desde territorio español",
añadió Mabel González.