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Greenpeace presenta una nueva edición de la Guía roja y verde de alimentos transgénicos

Esta cuarta edición contiene novedades como la evaluación del seguimiento de la legislación de etiquetado y sorprendentes resultados de analíticas de transgénicos, además de secciones como alimentos “Dietéticos”

Comunicado de prensa - febrero 28, 2008
El éxito de las tres primeras ediciones, la constatación de un cambio en la política de muchas empresas y el evidente rechazo social a los transgénicos han llevado a Greenpeace a producir una cuarta edición actualizada de la Guía Roja y Verde. Ésta ha sido presentada hoy en el mercado Ventas Ecológicas por la organización ecologista junto a representantes del sector de productores ecológicos y de la organización de consumidores CECU (2) y está disponible gratuitamente a través de la página web de Greenpeace para que todos los ciudadanos puedan emplearla al realizar sus compras.

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Esta nueva edición, mucho más completa, contiene novedades como los resultados de análisis de laboratorio en determinados productos que han reflejado la presencia positiva de transgénicos, por ejemplo, en las galletas de fibra de Gullón. En la nueva sección de productos "Diététicos" llama la atención la marca Biomanán dentro de la sección roja. El Grupo Nestlé, con marcas como La Cocinera, Nesquik o Kit Kat, destaca como una de las empresas que ha pasado de la zona verde a la roja. Por otra parte, también hay cambios positivos comprometidos con la naturaleza y la alimentación, como es el caso de La Bella Easo, que antes aparecía en la zona roja y en esta edición se encuentra en la verde.

La cuarta edición de la Guía Roja y Verde incluye también el seguimiento fotográfico del etiquetado de los productos o nuevas secciones como las pastas. "Ya es hora de que los transgénicos dejen de invadir nuestros campos y nuestros platos", ha declarado Juan-Felipe Carrasco, responsable de la campaña de transgénicos de Greenpeace. "Greenpeace sigue trabajando para, con la ayuda de los consumidores, erradicar los transgénicos de nuestra naturaleza y de nuestras dietas", ha añadido.

Si bien la legislación europea obliga a etiquetar los productos que deriven de cosechas transgénicas, la absoluta falta de trazabilidad y el nulo seguimiento de estas cosechas por parte de las administraciones españolas han llevado a Greenpeace a volver a solicitar a productores y distribuidores de alimentos información sobre su política de utilización de ingredientes transgénicos o sus derivados. En la lista verde están aquellos productos de los cuales Greenpeace ha recibido garantías por parte de los fabricantes de que no tienen transgénicos; y en la roja están los productos cuyos fabricantes no garantizan a Greenpeace ausencia de transgénicos en sus ingredientes o aditivos, aquellos que han arrojado resultados positivos en los análisis y los que reconocen el uso de transgénicos a través del etiquetado.

Los transgénicos u Organismos Modificados Genéticamente (OMG) presentan graves riesgos para la salud, dañan de forma irreversible el medio ambiente y provocan contaminaciones, son una herramienta en manos de un puñado de empresas para destruir la soberanía alimentaria y ponen en riesgo los métodos sostenibles de producción de alimentos. Son, en resumen, una grave amenaza para el presente y el futuro de la biodiversidad y de la alimentación.

Los principales cultivos transgénicos utilizados para la alimentación humana en la UE son algunas variedades de maíz y de soja que provienen de países que cultivan OMG a gran escala o de los campos españoles. El maíz, la soja o sus derivados industriales están presentes en más del 60 por ciento de los alimentos transformados, desde el chocolate hasta las patatas fritas, pasando por los alimentos infantiles, las lecitinas y los platos preparados. Por ello en la Guía Roja y Verde figuran alimentos que contienen al menos un ingrediente o aditivo producido a partir de estos cultivos, como la harina de soja, los aceites y las grasas vegetales, la lecitina de soja, los mono y diglicéridos de ácidos grasos, el almidón, la sémola de maíz o la glucosa.

En España todavía entran del orden de 6 millones de toneladas anuales de materias primas transgénicas. Además, el Gobierno ha permitido que se sigan cultivando unas 75.000 hectáreas de maíz transgénico que entran masivamente en la cadena alimentaria. Hace apenas una semana España apoyó en la UE la aprobación de una peligrosa patata transgénica. "Como era de esperar, el gobierno español volvió a situarse en el campo de los que favorecen a las cuatro empresas agrobiotecnológicas que pretenden inundar la cadena alimentaria de alimentos "Frankestein", despreciando la salud de los ciudadanos y la protección del medio ambiente", ha afirmado Carrasco.

En el mes de enero Greenpeace, junto a Amigos de la Tierra, COAG, Ecologistas en Acción y Científicos por el Medio Ambiente (CIMA) presentaron una Declaración de la sociedad civil sobre los transgénicos, firmada por más de 300 representantes de la sociedad, que incluye investigadores, docentes universitarios, organizaciones profesionales agrarias, asociaciones ecologistas, de consumidores, de productores de agricultura ecológica, ONG de desarrollo y entidades privadas entre otras. "Frente a las promesas de la industria de los transgénicos, la realidad se conjuga en términos de constantes contaminaciones genéticas, daños ambientales y riesgos para la salud. Greenpeace apela a la responsabilidad de los consumidores para lanzar un claro mensaje a la industria agroalimentaria a través del consumo diario de alimentos", añade Carrasco.