David Hammerstei, europarlamentario del Comité de Peticiones, junto a Greenpeace realizan mediciones de niveles de radioactividad en las balsas de Fosfoyesos en Huelva. Las mediciones realizados superan 27 veces la máxima anual permitida por la legislación vigente para todo el mundo.
Las mediciones realizadas, en las balsas de Fosfoyesos vertidos pertenecientes a Fertiberia y Foret junto a la marisma del rio tinto (Huelva), superan 27 veces la máxima anual permitida por la legislación vigente para todo el mundo.
Miembros de Greenpeace acompañados por el europarlamentario del Comité de Peticiones, David Hammerstein realizan mediciones de niveles de radioactividad en las balsas de Fosfoyesos vertidos pertenecientes a Fertiberia y Foret junto a la marisma del rio tinto, en Huelva.
Miembros de la organización no gubernamental Greenpeace acompañados por el europarlamentario del Comité de Peticiones, David Hammerstein realizan mediciones de niveles de radioactividad en las balsas de Fosfoyesos vertidos pertenecientes a Fertiberia y Foret junto a la marisma del rio tinto, en Huelva. Las mediciones realizados superan 27 veces la máxima anual permitida por la legislación vigente para todo el mundo.
Debido a los altos niveles de radiactividad en las balsas de
fosfoyesos, y en particular en el llamado CRI 9, Greenpeace
solicitará al Gobierno que declare de forma urgente estas
acumulaciones de residuos como instalación radiactiva. El CRI 9,
donde se vertieron miles de toneladas altamente contaminadas
radiactivamente por Cesio-137 procedentes del accidente de la
planta de Acerinox en 1998, presenta niveles de radiactividad,
según datos del propio Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), de más
de 3.500 veces los permitidos por la legislación.
Hammerstein es uno de los eurodiputados españoles del Comité de
Peticiones encargado de tramitar las denuncias de los ciudadanos
por incumplimiento de la normativa comunitaria. La asociación
ecologista elevará ahora formalmente una petición al Comité para
que revisen la vulneración de las Directivas sobre radiaciones
ionizantes, gestión de residuos tóxicos y peligrosos y protección
de las aguas.
El barco Artic Sunrise de Greenpeace recaló en Huelva en marzo
de 2005 para denunciar la grave situación sanitaria y ambiental que
la ría sufre desde hace décadas. Desde entonces no ha dejado de
presionar a las Administraciones competentes para que tomen las
medidas necesarias, dejen de poner en peligro la salud de los
onubenses y restauren la catástrofe medioambiental producida por
las 120 millones de toneladas de fosfoyesos vertidos por las
empresas Fertiberia y Foret en las marismas del Tinto.
A fecha de hoy, las Consejerías de Salud y Medio Ambiente
todavía no han tomado ninguna medida para solucionar el problema.
Algo que contrasta con la actitud de sus homónimos catalanes que ya
han articulado los mecanismos para retirar del Ebro las 700.000
toneladas de residuos similares a los de Huelva. Esta cantidad es
2.000 veces menor que la que acumulan las balsas de fosfoyesos de
Huelva. Esta situación resulta aún más grave si tenemos en cuenta
que los vertidos a la ría continúan y que las balsas tienen
pérdidas a diario que acaban en el río Tinto. Greenpeace considera
la situación de Huelva como "uno de los mayores desastres
ecológicos a escala mundial".
A pesar de todo ello, la Consejería de Salud continúa diciendo
que la alta incidencia de cáncer en Huelva (la más alta de España)
se debe a los malos hábitos de los onubenses, y en concreto, al
tabaquismo y al intenso tráfico rodado. Una afirmación que
contradice las conclusiones del Plan Integral de Tabaquismo en
Andalucía 2005-2010, editado esta misma Consejería en la que se
afirma que "la prevalencia de consumo de tabaco en Huelva (32,3%)
se encuentra por debajo de la media de Andalucía (33,0%). Y de las
ocho provincias que forman la Comunidad Autónoma, Huelva ocupa la
quinta posición, situándose por debajo de Jaén (39,7%), Córdoba
(37,9%), Cádiz (33,5%) y Sevilla (32,4%)".
Al vertido anual de 2,5 millones de toneladas de fosfoyesos a
escasos 500 m de la ciudad de Huelva, se suma el vertido de ácidos
debiles, residuos tóxicos y peligrosos cargados de metales pesados
(arsénico, cadmio, plomo...) y de naturaleza radiactiva, que han
sido transportados y arrojados ilegalmente tanto a las balsas de
fosfoyesos como a las minas de Ríotinto desde el año 1987. Estos
residuos son vertidos de forma descontrolada en los tramos altos de
los cauces de los ríos Tinto y Odiel, hecho este comprobado y
documentado recientemente por Greenpeace.
A juicio de Greenpeace, es inadmisible el riesgo al que se está
sometiendo a la ciudadanía, cuando este asunto debería ser
prioritario para las Administraciones responsables. La Junta de
Andalucía no sólo hace caso omiso a estudios que alertan sobre la
problemática ambiental y su relación con las afecciones a la salud
(Servicio Andaluz de Salud, Sociedad Española de Neumología, CSIC),
sino que tiene un actitud totalmente permisiva con las empresas
contaminantes.
Hay que recordar que, según el CSIC, la mortalidad por cáncer en
la ciudad de Huelva es la mayor de España. El Colectivo Ciudadano
por la Descontaminación de Huelva ha denunciado además una
incidencia mayor de esterilidad, abortos, malformaciones de
nacimiento, asma y otras afecciones respiratorias y enfermedades
endocrinas. En esta misma línea la Sociedad Española de Neumología
y Cirugía Torácica afirma que Huelva es la ciudad con mayor tasa de
asmáticos (14,6%).