Ballenas nadando cerca del barco Esperanza de Greenpeace en la Antártida.
En una investigación que ha durado cuatro meses, Greenpeace ha
obtenido pruebas de un amplio fraude en el que estaban implicados
tripulantes del Nisshin Maru, que se llevan las mejores piezas de
carne de ballena procedente del llamado programa de "caza
científica" de ballenas, sacándolas del barco camufladas entre su
equipaje personal, para posteriormente comerciar ilegalmente con
ella.
Cuando el Nisshin Maru llegó a Japón el 15 de abril de 2008
procedente de aguas antárticas, y gracias a la información
proporcionada por empleados de Kyodo Senpaku, la compañía que
gestiona la flota ballenera japonesa, Greenpeace pudo documentar la
descarga de contrabando de carne de ballena desde el barco a un
camión especial. La operación tuvo lugar a la vista de los
oficiales de Kyodo Senpaku y de la tripulación. La mercancía fue
documentada por activistas de Greenpeace desde que dejó el barco
hasta su llegada a un almacén en Tokio.
Greenpeace interceptó una de las cajas enviadas a una dirección
privada, donde puedo verificar su contenido y comprobar el fraude.
La nota de la mercancía afirmaba que la caja contenía "cartón" pero
en realidad en su interior había 23,5 kg de carne de ballena salada
de la mejor calidad, valorada en 2.000 euros. Un informador declaró
a Greenpeace que decenas de tripulantes sacaron hasta 20 cajas como
éstas cada uno. Investigaciones posteriores en locales y
restaurantes en diferentes lugares de Japón confirmaron que se
encontraban a la espera de la llegada de carne de ballena
procedente de la caza de este año, pese al hecho de que la Agencia
Pesquera de Japón y el Instituto de Investigación de Cetáceos no
libera la carne para su venta hasta finales de junio de 2008.
Los informantes a los que ha tenido acceso Greenpeace afirman
que la tripulación más veterana del Nisshin Maru y los oficiales de
Kyodo Senpaku, hacen la vista gorda ante este fraude y han
permitido que continúe durante décadas. Un informador vinculado a
Kyodo Senpaku ha asegurado a Greenpeace que oficiales del Instituto
de Investigación de Cetáceos (ICR) que se encontraban a bordo del
Nisshin Maru también conocían el escándalo y no
hicieron nada para evitarlo.
"La información que hemos recopilado indica que la escala del
escándalo es tan grande, que sería imposible que la compañía que
gestiona esta flota, Kyodo Senpaku, y el ICR no supieran nada", ha
afirmado Junichi Sato, coordinador de la campaña de ballenas de
Greenpeace Japón.
Greenpeace demanda una investigación en profundidad para evaluar
el nivel de corrupción en el programa de caza de ballenas. Además,
Greenpeace pide al Gobierno japonés que se ponga fin a las ayudas
públicas a este programa y que la licencia con la que cuenta la
compañía que la lleva a cabo sea retirada.
El actual programa de caza científica de ballenas apoyado por el
Gobierno japonés en el Santuario Ballenero Antártico ha estado
rodeado de controversia desde su comienzo y ha venido afectando
negativamente a la imagen internacional de Japón. Este escándalo
plantea la cuestión de quién se beneficia de un programa que no
tienen utilidad científica y no es sostenible tampoco desde el
punto de vista comercial.
"El programa de caza de ballenas en la Antártida está financiado
con dinero de los contribuyentes japoneses y éstos tienen derecho a
saber quién se está beneficiando", comentó Sato. "Ya es hora de que
este programa de caza de ballenas finalice y todo ese dinero
público sea empleado en fines más beneficiosos para la conservación
de los mares"
Nota:
Dossier de esta investigación está
disponible en inglés y japonés