Greenpeace ha descubierto fugas del isótopo radiactivo cesio-137 al río Tinto, en las marismas de Huelva, a escasos centenares de metros de la ciudad de Huelva, procedentes de las más de 7.000 toneladas de material contaminado radiactivamente por el accidente de Acerinox en 1998. Éstas se enterraron de forma incontrolada en el denominado Centro de Recuperación de Inertes (CRI) nº9, ubicado en las arismas de Mendaña.
Greenpeace ha descubierto fugas del isótopo radiactivo cesio-137 al río Tinto, en las marismas de Huelva, a escasos centenares de metros de la ciudad de Huelva, procedentes de las más de 7.000 toneladas de material contaminado radiactivamente por el accidente de Acerinox en 1998. Éstas se enterraron de forma incontrolada en el denominado Centro de Recuperación de Inertes (CRI) nº9, ubicado en las arismas de Mendaña.
Greenpeace ha descubierto fugas del isótopo radiactivo cesio-137 al río Tinto, en las marismas de Huelva, a escasos centenares de metros de la ciudad de Huelva, procedentes de las más de 7.000 toneladas de material contaminado radiactivamente por el accidente de Acerinox en 1998. Éstas se enterraron de forma incontrolada en el denominado Centro de Recuperación de Inertes (CRI) nº9, ubicado en las arismas de Mendaña.
Greenpeace ha descubierto fugas del isótopo radiactivo cesio-137 al río Tinto, en las marismas de Huelva, a escasos centenares de metros de la ciudad de Huelva, procedentes de las más de 7.000 toneladas de material contaminado radiactivamente por el accidente de Acerinox en 1998. Éstas se enterraron de forma incontrolada en el denominado Centro de Recuperación de Inertes (CRI) nº9, ubicado en las arismas de Mendaña.
Greenpeace ha descubierto fugas del isótopo radiactivo cesio-137 al río Tinto, en las marismas de Huelva, a escasos centenares de metros de la ciudad de Huelva, procedentes de las más de 7.000 toneladas de material contaminado radiactivamente por el accidente de Acerinox en 1998. Éstas se enterraron de forma incontrolada en el denominado Centro de Recuperación de Inertes (CRI) nº9, ubicado en las arismas de Mendaña.
Greenpeace ha descubierto fugas del isótopo radiactivo cesio-137 al río Tinto, en las marismas de Huelva, a escasos centenares de metros de la ciudad de Huelva, procedentes de las más de 7.000 toneladas de material contaminado radiactivamente por el accidente de Acerinox en 1998. Éstas se enterraron de forma incontrolada en el denominado Centro de Recuperación de Inertes (CRI) nº9, ubicado en las arismas de Mendaña.
Greenpeace ha descubierto fugas del isótopo radiactivo cesio-137 al río Tinto, en las
marismas de Huelva, a escasos centenares de metros de la ciudad de
Huelva, procedentes de las más de 7.000 toneladas de material
contaminado radiactivamente por el accidente de Acerinox en 1998.
Éstas se enterraron de forma incontrolada en el denominado Centro
de Recuperación de Inertes (CRI) nº9, ubicado en las Marismas de
Mendaña.
Este importante hallazgo se debe a un grupo de expertos
internacionales en materia de protección radiológica pertenecientes
a la organización ecologista, que a instancias de Greenpeace España
se han reunido desde el pasado lunes en la ciudad de Huelva para
analizar la problemática de la contaminación radiactiva que sufren
las marismas de los ríos Tinto y Odiel.
Mediante la utilización de equipos especializados de medición de
la radiactividad, este grupo de expertos ha descubierto la vía de
escape al medio ambiente del cesio-137 de ese depósito incontrolado. A través de
filtraciones del terreno, el cesio-137 está incorporándose a las aguas de un
afluente (estero) de la Rivera de la Nicoba, que poco después
confluye en el río Tinto.
El cesio-137 es un
elemento radiactivo altamente peligroso, incluso en cantidades muy
pequeñas, cuyos perniciosos efectos para la salud son sobradamente
conocidos.
Greenpeace acusa al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), a la
Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA), dependiente del
Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, y a la Junta de
Andalucía de haber actuado de forma altamente irresponsable al
verter esos residuos de forma incontrolada y, con ello, haber
provocado un grave problema de contaminación radiactiva por cesio-137 en las aguas del río
Tinto, en las inmediaciones de la ciudad de Huelva.
El 12 de junio de 1998, tras ocultarlo a la opinión pública
durante dos semanas, el CSN se vio forzado a reconocer que la nube
del isótopo radiactivo cesio-137 que estaba recorriendo media Europa y
había hecho saltar todas las alarmas en el viejo continente, se
debía a un accidente en la factoría que Acerinox tiene en Algeciras
(Cádiz). En sus instalaciones se había fundido accidentalmente una
fuente de cesio-137 días
antes, el 25 de mayo, que se liberó a la atmósfera y contaminó a su
vez las escorias de la fundición, los hornos y otros equipos de la
planta.
Las autoridades nucleares de Francia, Suiza, Italia, Alemania
llevaban días preguntándose por el origen de la contaminación
detectada, que en algunos puntos había llegado a ser de hasta 1.000
veces superior a la radiactividad de fondo natural.
La tardía reacción de Acerinox y del CSN, sumado a la nefasta
gestión del accidente, provocó a su vez la contaminación radiactiva
de la Planta de Inertización de Palos de La Frontera, a donde
fueron enviadas las cenizas de los hornos de Acerinox.
El total de materiales contaminados por cesio-137 ascendió finalmente a
7.131 Tn, según datos del CSN, quien reconoce que este material
presenta niveles de radiactividad equivalentes a más de 3.500 veces
los permitidos por la legislación.
Por oscuras razones completamente ajenas a los criterios de
seguridad y protección radiológica, el CSN, ENRESA/Ministerio de
Industria y Junta de Andalucía, acordaron no considerar estos
materiales como residuos radiactivos y por lo tanto no confinarlos
en el cementerio nuclear de El Cabril.
En su lugar se decidió, como hemos visto, verterlos en el CRI-9,
tratando de camuflarlos entre la radiactividad de los fosfoyesos
vertidos por Fertiberia en las marismas (ver NOTA), y recubrirlos
de una capa de arcilla, lo que sería, para el CSN, la "actuación
más adecuada". En 2001, Acerinox se vio obligada, mediante
sentencia judicial, a pagar unos 3 millones de euros a EGMASA,
empresa pública dependiente de la Junta de Andalucía, en quien
recayó la responsabilidad de poner en marcha un Plan de Vigilancia
para controlar con la supervisión del CSN, durante al menos 30
años, la evolución de este vertido de materiales contaminados por
cesio-137 y evitar su
intrusión en el medio ambiente. Este Plan de Vigilancia se puso en
marcha, oficialmente, a finales de 2001.
"La decisión de enterrarlos de forma descontrolada se ha
demostrado claramente errónea y peligrosa para la salud pública y
el medio ambiente, y desde luego la gestión de la empresa EGMASA y
la supuesta supervisión del CSN han fracasado estrepitosamente", ha
declarado Carlos Bravo, responsable de la campaña de energía
nuclear de Greenpeace.
Greenpeace estudia en estos momentos posibles actuaciones
legales con el fin de que se depuren responsabilidades en este
asunto.
NOTAS:
A escasos 500 metros de la ciudad de Huelva se acumulan
actualmente más de 120 millones de toneladas de fosfoyesos
radiactivos generados principalmente por la empresa Fertiberia,
vertidos directamente y sin ningún tipo de control sobre una
extensión de 1.200 hectáreas. Ésta fue en su día un maravilloso
espacio natural de enorme biodiversidad creado por la confluencia
de los ríos Tinto y Odiel.
Debido a los altos niveles de radiactividad en las balsas de
fosfoyesos, y en particular en el llamado CRI-9, Greenpeace ha
solicitado al Gobierno que declare de forma urgente estas
acumulaciones de residuos como instalación radiactiva. Asimismo
elevó el pasado mes de junio al Comité de Peticiones del Parlamento
Europeo una denuncia para que éste revise la vulneración de las
Directivas sobre radiaciones ionizantes, gestión de residuos
tóxicos y peligrosos y protección de las aguas que se está dando en
las marismas de Huelva.