Ghost Town (Ciudad Fantasma).
Al cumplirse 20 años de la catástrofe de Chernóbil Greenpeace viaja a Pripya en el corazón de la zona muerta
La catástrofe de Chernóbil.
Consecuencias en la Salud Humana
Greenpeace denuncia que detrás de cada central nuclear puede haber otro Chernóbil. Vigésimo aniversario del accidente más grave de la historia de la industria nuclear 26 abril 2006
Madrid, 26/05/2006 aniversario de la catástrofe de Chernóbil, a las 11 horas de la mañana, activistas de Greenpeace han simulado la presencia de unos 50 cadáveres en la Plaza Mayor de Madrid para recordar a las víctimas del peor accidente de la industria nuclear jamás conocido y denunciar lo absurdo de apostar por un futuro energético basado en la energía nuclear cuando, el 26 de abril de 1986, quedó trágicamente demostrado el peligro para la salud y el medio ambiente de la energía nuclear.
Madrid, 26/05/2006 aniversario de la catástrofe de Chernóbil, a las 11 horas de la mañana, activistas de Greenpeace han simulado la presencia de unos 50 cadáveres en la Plaza Mayor de Madrid para recordar a las víctimas del peor accidente de la industria nuclear jamás conocido y denunciar lo absurdo de apostar por un futuro energético basado en la energía nuclear cuando, el 26 de abril de 1986, quedó trágicamente demostrado el peligro para la salud y el medio ambiente de la energía nuclear. Pedro ARMESTRE
Madrid, 26/05/2006 aniversario de la catástrofe de Chernóbil, a las 11 horas de la mañana, activistas de Greenpeace han simulado la presencia de unos 50 cadáveres en la Plaza Mayor de Madrid para recordar a las víctimas del peor accidente de la industria nuclear jamás conocido y denunciar lo absurdo de apostar por un futuro energético basado en la energía nuclear cuando, el 26 de abril de 1986, quedó trágicamente demostrado el peligro para la salud y el medio ambiente de la energía nuclear.
Mientras, unos 50 activistas permanecían en unos sacos a la
sombra de una gran corona conmemorativa y de una pancarta
declarando "Detrás de cada nuclear hay un Chernóbil", otros ocho
sostenían unas fotos que representan los rostros del sufrimiento
causado por este accidente1. Al cabo de una hora, todos los
activistas de Greenpeace llevaban la corona conmemorativa al
Congreso para recordarle que es imprescindible aprender de los
errores del pasado y pedir el cierre de las centrales nucleares
españolas.
"El 26 de abril de 1986, el término "seguridad nuclear"
desapareció tras la columna de humo negro que salía del cuarto
reactor de la central de Chernóbil. Hoy, 20 años después, el mundo
sigue padeciendo las consecuencias de la radiactividad desprendida
en aquella catástrofe" declaró Carlos Bravo, responsable de la
campaña antinuclear de Greenpeace "La radiactividad es el asesino
perfecto, no huele, no tiene color, no se ve. Mata casi sin dejar
huella".
Aunque la fuga radioactiva causada fue 200 veces superior a la
de las bombas de Hiroshima y Nagasaki juntas, esto en realidad sólo
supuso un escape del 5% del inventario radiológico del núcleo del
reactor de Chernóbil. Se contaminaron más de 160.000 km2 del
territorio de las tres repúblicas ex-soviéticas y más de 45.000 km2
de Europa (>1Ci/km2). El núcleo, aún activo, está encerrado en
un sarcófago de hormigón construido después del accidente y ahora
se encuentra en muy mal estado, con evidentes problemas de
seguridad.
Los efectos de la nube radiactiva han sido devastadores2:
200.000 víctimas en las tres república ex-soviéticas (según informa
la Academia Rusa de Ciencias), se prevén otros 270.000 casos de
cáncer en el mundo de los cuales 93.000 mortales, disminución de la
capacidad de defensa del sistema inmunitario de los afectados,
envejecimiento prematuro de unos 7-9 años, malformaciones,
mutaciones genéticas, 350.000 personas realojadas, más de 5
millones de personas aún viven en las zonas contaminadas, pérdida
de las tierras agrícolas por contaminación, crisis económica y los
consecuentes trastornos socio-psicológicos.
Estos datos hablan claro. Los torpes intentos de la OIEA para
engañar a la opinión pública con cifras falsas sobre los efectos de
Chernóbil, insultando así el sufrimiento de millones de personas
afectadas por el accidente y el heroico sacrificio de miles de
liquidadores, deja muy claro que este organismo tiene que
desaparecer. La OIEA no se está encargando de garantizar un control
imparcial sobre la energía nuclear mundial sino, más bien, de
asegurar las ganancias de la industria nuclear.
La realidad de los hechos está muy lejos de las cifras
simplistas de la OIEA. El sarcófago del cuarto reactor de la
central nuclear de Chernóbil y todas las zonas contaminadas
seguirán siendo radiactivos durante al menos 100.000 años. "Las
pirámides de Egipto tienen tan sólo de 5.000 a 6.000 años. El
sarcófago del reactor cuatro es una triste herencia que nuestra
sociedad pasará a cientos de generaciones en el futuro" ha
declarado Sara Pizzinato, responsable de la campaña de Energía y
Cambio Climático de Greenpeace.
Paradójicamente, ahora, en el 20º aniversario de esta
catástrofe, surgen nuevos defensores de la energía nuclear como
alternativa al cambio climático. Hace falta recordar que esto es
falso, ya que el Protocolo de Kioto la ha excluido como opción
contra el cambio climático. Los hechos han demostrado
insistentemente que la energía nuclear es uno de los errores
tecnológicos, medioambientales, económicos y sociales más graves de
nuestro tiempo. Además la nuclear no es una energía limpia, barata,
ni mucho menos segura como se pretende hacer creer.
Actualmente se encuentran parados 3 reactores nucleares de los
nueve españoles: Ascó I, Vandellós II y Cofrentes. A pesar de que
juntas sumen un 40% de la potencia nuclear en España, gracias al
exceso de potencia instalada, se demuestra que es posible la
desconexión prolongada de unas centrales nucleares de la red
eléctrica sin problemas de cobertura de la demanda eléctrica. Por
lo tanto, Zapatero puede y debe cumplir con su compromiso electoral
del cierre progresivo pero urgente de las centrales nucleares
españolas.
"Sólo con las energías renovables y la eficiencia lograremos
alcanzar un modelo energético más limpio, más seguro y menos
costoso. Es fundamental no olvidar lo que ocurrió en Chernóbil hace
20 años. No podemos considerar la posibilidad de sacar la energía
nuclear de su paulatino ocaso antes de conocer la compleja
totalidad de los efectos generados por la catástrofe y de haber
asegurado a las víctimas de aquel infierno una protección adecuada"
concluye Carlos Bravo.