Greenpeace hace mediciones en el Guadaira y el Guadalquivir y concluye que las tres cuencas andaluzas presentan un estado de calidad del agua "muy deficiente"
Los resultados reflejan que los niveles de amonio en unos casos
y de nitratos en otros están muy por encima de los niveles
permitidos por la ley, lo que hace que estas aguas no puedan
utilizarse no ya para abastecimiento urbano, sino tampoco para
riego. En los análisis que hoy se realizaban a una muestra de agua
del río Guadaira, los niveles de amonio estaban muy por encima de
8mg/l (el límite legal está en 1mg/l) y el nivel de nitratos
superaba los 50mg/l que marca la ley.
El informe, hecho público el pasado 25 de octubre, apuntaba como
las principales causas de la pérdida de la calidad de las aguas
andaluzas los vertidos urbanos, agrícolas e industriales. Además,
revela que Andalucía posee el punto negro más importante de España,
no comparable con ningún otro foco de contaminación del Estado: las
balsas de fosfoyesos situadas en el río Tinto.
A pesar de ello, la Junta de Andalucía sigue sin acometer las
actuaciones urgentes que se le han venido pidiendo desde el pasado
mes de marzo. La Consejería de Medio Ambiente, de hecho, sigue
aplazando la reunión con Greenpeace sobre el plan de
descontaminación del río Tinto, donde están acumulados 120 millones
de toneladas de residuos tóxicos, peligrosos y radioactivos. Y lo
que es más grave, no ha iniciado ninguna actuación para solucionar
el problema. Como referencia para entender la gravedad del caso se
puede tomar el ejemplo de Flix, en el Ebro, donde la Generalitat
tardó apenas tres meses en conseguir más de 100 millones de euros
para descontaminar una área 150 veces menor, pero con el mismo
nivel de contaminación.
Pero los casos del río Tinto y Aznalcóllar, que siete años
después del desastre ambiental sigue sin solucionarse, no son más
que casos puntuales. Los problemas de las cuencas van mucho más
allá y se producen cada día con vertidos reiterados tanto de aguas
residuales sin depurar como de residuos industriales (como los
alpechines) y de vertidos agrícolas (abonos y fitosanitarios).
Estos vertidos están provocando que gran parte del agua de las
cuencas no sea apta para ningún uso.
Cuando ya ha entrado en vigor la nueva Directiva Marco del Agua
(que habrá que cumplir completamente antes del 2015), las
confederaciones y la Junta de Andalucía siguen incumpliendo la ley.
Es imposible que a finales de año cumplan la Directiva sobre
Depuración de Aguas Residuales que obliga a todos los municipios de
2000 habitantes equivalentes (entre 700 y 1.000 personas) a depurar
sus aguas antes de finales del 2005.
Los principales problemas de las tres cuencas hidrográficas
andaluzas son:
La contaminación que sufren los ríos. La causa fundamental es el
vertido de aguas residuales urbanas. En la cuenca del Guadalquivir
sólo se tratan la mitad de las aguas fecales. En el caso de la
cuenca mediterránea, el 32% de los vertidos de aguas residuales no
tiene depuración.
La contaminación de los acuíferos. Las malas prácticas agrícolas
han propiciado la contaminación de extensas masas de agua
subterránea (uso de abonos y fertilizantes). En la cuenca del
Guadalquivir, el 25% de los acuíferos están afectados por
contaminación por nitratos (con niveles superiores a los 50mg/l, el
máximo que permite la ley). En la cuenca mediterránea andaluza el
porcentaje afectado es del 22% y en la del Guadiana alcanza el 79%.
La descontaminación de los acuíferos es prácticamente imposible y
los acuíferos son nuestras reservas estratégicas de agua de
calidad. Contaminándolos estamos poniendo en peligro la
disponibilidad de agua a medio plazo.
Los vertidos de origen industrial y minero. Por su peligrosidad
y toxicidad causan graves efectos sobre el medio ambiente y la
salud de las personas. Siete años después de la rotura de la balsa
de Aznalcóllar, el embalse del Agrio, en la cuenca del
Guadalquivir, sigue sin ser apto para abastecimiento. Los
frecuentes vertidos de alpechines y de otras sustancias químicas
(cadmio, mercurio, plomo, cianuro...) hacen que ríos como el
Guadaira, el Genil o el propio Guadalquivir aguas abajo de Menjibar
o Bailén estén altamente contaminados. En el río Tinto y Odiel los
vertidos procedentes del polo químico de Huelva provocan que una
población de más de 150.000 habitantes viva en un entorno altamente
contaminado. De hecho, es el área de España con la tasa más alta de
morbilidad por cáncer. Este tipo de vertidos causan graves
problemas sanitarios. Deshacerse de los residuos que generan las
empresas contaminantes es costoso y difícil. Por eso la solución
pasa por obligar a implantar procesos de producción limpia a las
empresas.
La sobreexplotación de agua. La elevada demanda agrícola ha
provocado la sobreexplotación1 de las aguas subterráneas. En la
cuenca del Guadalquivir, el 31% de los acuíferos sufren estos
problemas y amenazan incluso zonas protegidas como el Parque
Nacional de Doñana. En la cuenca mediterránea andaluza además
existe una importante demanda del sector turístico (urbanizaciones,
campos de golf...), que ha provocado la salinización de la mayor
parte de los acuíferos costeros. En la cuenca del Guadiana existen
más de 60.000 pozos ilegales. Todo ello está teniendo una
incidencia directa en el correcto desarrollo de los ecosistemas
asociados al medio fluvial, ponen en serio peligro de desaparición
diversas especies acuáticas y restan capacidad de regeneración y
autodepuración a los ríos. No olvidemos que al igual que los
bosques son los pulmones del planeta, los ríos son las grandes
depuradoras naturales.
Las infraestructuras. Los embalses (198 grandes presas), azudes
y otras infraestructuras hidráulicas producen una modificación en
el régimen de sedimentación de los cauces, provocan una disminución
en el aporte de nutrientes necesarios para el correcto desarrollo
de los ecosistemas asociados al medio fluvial y reducen la
capacidad de recuperación de los ríos. De hecho, no resuelven los
problemas de disponibilidad de recursos hídricos, ya que el 79% de
las aguas embalsadas en la cuenca del Guadiana presentan problemas
de eutrofización por acumulación de nitratos y fosfatos
(procedentes de la agricultura y los vertidos urbanos). Cuando la
Directiva Marco, que rige ya la política de aguas en toda Europa,
reconoce la inutilidad de las infraestructuras hidráulicas y
apuesta por la recuperación de la calidad2 de las aguas, la Junta y
la Confederación del Guadalquivir pretenden construir dos nuevos
embalses.
"Encontrar niveles de nitratos superiores a los 100 mg/l en las
aguas del Guadalquivir tiene que hacer reflexionar tanto a las
Confederaciones como a la Junta de Andalucía sobre la gestión que
están haciendo de un recurso único del que dependemos todos y que
además será cada vez más escaso", ha declarado Julio Barea,
responsible de la campaña de Aguas de Greenpeace.
1.- La sobreexplotación consiste en extraer más agua de la que
entra en el acuífero. Esto provoca que se sequen ríos, manantiales
y pozos que se alimentan de ellos.
2.- El término calidad incluye la contaminación (grado de
toxicidad de los diferentes vertidos), el estado ecológico de las
aguas superficiales (la buena salud del ecosistema y su capacidad
de regeneración) y el estado químico de las subterráneas.