Submunición de la bomba de racimo BLU97, fabricada en EE UU y hallada en Kosovo. La región quedó contaminada con miles de bombas de racimo después de la intervención de la OTAN en 1999.
España es uno de los países que posee y fabrica bombas de racimo. Varias empresas de nuestro país las fabrican, aunque la falta de transparencia en el comercio español de armamento hace imposible saber a dónde las venden.
El Gobierno español, aunque ha expresado recientemente que no
tiene intención de prohibir este tipo de armamento, se ha sumado a
última hora al encuentro. Greenpeace espera que participe
activamente en este proceso y se sume a quienes apoyan un tratado
internacional para prohibir este armamento.
En noviembre de 2006, los Gobiernos parte de la Convención sobre
Armas Convencionales de la ONU (CCW, por sus siglas en inglés) no
lograron un acuerdo para iniciar las negociaciones sobre este tema.
Como consecuencia, el Gobierno noruego anunció que lideraría un
proceso encaminado a lograr un tratado internacional. La
Conferencia que hoy comienza en Oslo es la primera reunión de este
proceso. La iniciativa de Oslo sigue los pasos del proceso de
Ottawa, cuando el Gobierno canadiense lideró un proceso para la
prohibición de las minas antipersonales.
En los últimos meses, decenas de Gobiernos han expresado
formalmente su apoyo a un tratado, al igual que ha hecho el Comité
Internacional de la Cruz Roja (CICR), numerosas agencias de la ONU
y cientos de organizaciones de todo el mundo agrupadas en la
Coalición contra las Bombas de Racimo. Hay iniciativas
parlamentarias en marcha para prohibir o regular el uso de las
bombas de racimo en más de diez países, incluidos el Reino Unido y
EE UU, dos de los países que más las han utilizado. Austria ha
decretado esta misma semana una moratoria que mantendrá hasta que
un instrumento internacional las prohíba.
"Es urgente lograr un tratado para proteger a los civiles de las
bombas de racimo. Éstas son las armas convencionales más peligrosas
para los civiles, ya que representan un peligro doble: pueden
matarte durante un ataque indiscriminado, o pueden quedar sin
explotar en amplios territorios y actuar como minas antipersonales,
matando civiles mucho después de que el conflicto haya acabado",
explicó Mabel González, responsable de la campaña de desarme de
Greenpeace. "Por eso instamos al Gobierno español a que apoye
activamente este tratado, y a que prohíba su fabricación, venta,
uso o almacenamiento en territorio español".
Se estima que más de 75 países tienen bombas de racimo en sus
arsenales, y han sido usadas en al menos 23 países. Más de 30
países las fabrican. España está entre ellos, ya que varias
empresas españolas fabrican este armamento y el ejército español lo
tiene en su arsenal. Los principales productores, especialmente EE
UU, Rusia y China, no asisten al encuentro de Oslo y no apoyan el
proceso. "Sin embargo, puede ir adelante sin ellos, como ocurrió
con el tratado sobre las minas antipersonales, que se logró por la
voluntad de un grupo comprometido de países de tamaño pequeño y
medio, que trabajaron mano a mano con las organizaciones no
gubernamentales comprometidas en el tema", asegura Mabel
González.
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Artículo de Mabel González, responsable de la campaña de Desarme de
Greenpeace, publicado en El Correo Digital