Greenpeace y la Fundación para la Justicia Medioambiental están
trabajando juntas para sacar a la luz a las flotas pesqueras
piratas que operan sin ser sancionadas en todo el mundo.
Organizaciones internacionales ecologistas y de derechos humanos
están demandando a los Gobiernos que cierren sus puertos a estos
buques piratas, que les nieguen el acceso a sus mercados y que
persigan a las compañías que los apoyan.
A nivel global, el valor de la pesca pirata ha sido estimado
entre 4.000 y 9.000 millones de dólares cada año, un 20% del valor
de la captura mundial de pescado. En aguas antárticas, hasta un 50%
del bacalao de profundidad capturado en esta región proviene de
actividades ilegales. Casi en el otro extremo, en el Mar Báltico,
se estima que el 40% del bacalao capturado en 2002/2003 fue pescado
ilegalmente.
En el Océano Atlántico, los buques piratas se benefician del
lucrativo mercado del atún, capturando miles de toneladas de
pescado sin cumplir las normativas y reglamentos. El pescado es
entonces transferido a buques de transporte refrigerados, conocidos
como reefers, que "blanquean" el pescado mezclándolo con atún
procedente de buques legales. Más tarde será descargado en puertos
legales, introduciéndolo así en el mercado.
"La pesca ilegal de atún en el Atlántico es tan sólo un ejemplo
de un problema global que ocurre en cada océano del mundo y casi en
cada pesquería", declaró Sebastián Losada, responsable de la
Campaña de Océanos de Greenpeace a bordo del Esperanza. "El pescado
en algunos de nuestros platos le ha sido literalmente robado a
alguien, negándole el alimento o los ingresos. Es un crimen que los
Gobiernos deben detener cuanto antes".
Al mismo tiempo que las poblaciones de peces descienden por el
impacto de la pesca ilegal, el resto del ecosistema también se ve
afectado. Empleando a veces líneas de 100 km de longitud y decenas
de miles de anzuelos, los piratas también atrapan tortugas,
tiburones y aves marinas. Millones de individuos de distintas
especies son tirados cada año por la borda cada año en distintas
pesquerías.
El Esperanza zarpa hacia el Atlántico tan sólo unos días antes
de que la High Seas Task Force (2), una reunión interministerial de
alto nivel, se reúna en París para anunciar como planea avanzar en
la lucha contra la pesca ilegal.
"Hace cinco años los Gobiernos firmaron un Plan Internacional de
Acción contra la Pesca Ilegal ¿Qué queda por discutir?", preguntaba
Hélène Bours, de la Fundación para la Justicia Medioambiental, a
bordo del Esperanza. "Los Gobiernos deben dejar de hablar y empezar
a actuar. Cerrar sus puertos y mercados a los productos de la pesca
ilegal y perseguir a las compañías implicadas en estos delitos. Es
un problema de voluntad política".
NOTAS:
(1) La "pesca pirata" hace referencia a lo que técnicamente se
conoce como Pesca Ilegal, No Declarada y No Reglamentada
(INDNR).
(2) La High Seas Task Force de la OCDE, compuesta de los
Ministros de Pesca de Australia, Canadá, Chile, Namibia, Nueva
Zelanda y Reino Unido se reunirá en París los días 2 y 3 de
marzo.
Esta campaña para demandar medidas contra la pesca ilegal es la
segunda parte de una expedición de 14 meses, "Un año en la vida de
nuestros océanos", la expedición más ambiciosa llevada a cabo por
Greenpeace para exponer las amenazas a las que los océanos se ven
sometidos y para demandar una red global de reservas marinas que
cubra el 40% de los océanos del Planeta. 45.000 personas ya se han
hecho defensoras de los océanos. Greenpeace pretende conseguir un
millón de defensores de los océanos al final de su expedición en
febrero de 2007.