Portada tríptico Desarme. (Enero 2007)
Ahora, este ejemplo debería ser seguido en varias otras
regiones. Oriente Medio es un caso claro, dado que es una de las
zonas más volátiles del mundo, y prácticamente todos los países de
la zona están anunciando, de forma más o menos velada, sus
intenciones de desarrollar programas nucleares (además de Israel,
que ya posee armas atómicas, e Irán, que avanza en un programa
nuclear del que afirma que tendrá uso civil). La única salida a
esta situación es dar pasos claros hacia el establecimiento de una
zona libre de armas nucleares y de energía nuclear en Oriente
Medio. La alternativa, es decir, la nuclearización, añade más
peligro e incertidumbre a la situación de la región, ya muy
inestable.
Al mismo tiempo, las potencias nucleares como EE UU y el
Reino Unido, que están desarrollando nuevos programas de armas
atómicas, deberían cumplir las obligaciones que les impone el
Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Esto significa que no
sólo deberían poner fin a esos programas sino dar pasos firmes
hacia el desarme. Lo contrario mina su credibilidad cuando afrontan
negociaciones internacionales para la eliminación de las armas
nucleares o cuando tratan de disuadir a otros países de que las
adquieran o fabriquen.
La crisis nuclear de Corea del Norte es una herencia de la
Guerra Fría. Durante la misma, EE UU instaló armas atómicas en
Corea del Sur. En respuesta a ello el régimen de Pyongyang comenzó
a desarrollar un programa nuclear, inicialmente de uso civil pero
que luego derivó en militar. En 1994, el gobierno norcoreano y el
estadounidense de Bill Clinton alcanzaron un acuerdo, por el que el
primero paralizó su programa a cambio de diversos compromisos. Más
adelante lo reanudó, acusando a EE UU de incumplir ese pacto, al
tiempo que expulsaba a los inspectores del Organismo Internacional
para la Energía Atómica (OIEA) y abandonaba el TNP. El punto más
grave de la crisis se vivió en octubre de 2006, cuando Corea del
Norte realizó una prueba nuclear.
El acuerdo ahora logrado se ha conseguido en el marco de las
conversaciones a seis bandas, que mantienen desde 2003 Corea del
Norte, EE UU, China, Corea del Sur, Rusia y Japón. El principal
punto es que Pyongyang se compromete a paralizar su principal
central nuclear en un plazo de 60 días, y a permitir el regreso de
los inspectores del OIEA. A cambio recibirá ayudas internacionales.
Para recibir el total previsto, Corea del Norte deberá desmantelar
todas sus instalaciones nucleares.
"El ejemplo de Corea del Norte, que se ha abordado con un
enfoque multilateral de negociación, conversaciones directas y
diplomacia, y no de amenazas militares, es el que debería seguirse
con respecto a otros programas que se están desarrollando en
diversos países", ha declarado Mabel González, responsable de la
campaña de Desarme .