Rainbow Warrior, en Cádiz
Rainbow Warrior en la base de Rota, Cádiz
Rainbow Warrior encabezando la manifestación de barcos contra la guerra
Los actos previstos en memoria de Fernando Pereira y del Rainbow
Warrior serán también actos de solidaridad con todas las víctimas
de la violencia y especialmente con las de los atentados
londinenses. "Ninguna bomba resulta aceptable. Ni las que hundieron
el Rainbow Warrior cuando trataba de evitar las pruebas de Mururoa,
ni las utilizadas por los terroristas, ni las que Estados Unidos,
Reino Unido, Francia y otros países mantienen en sus arsenales
nucleares", afirma la organización, que trabaja desde sus inicios
por un mundo libre de armas nucleares.
La noche del 10 de julio de 1985, cuando el RW se preparaba para
encabezar una flotilla con destino a Muroroa para protestar
pacíficamente contra los ensayos nucleares de Francia, agentes de
los servicios secretos franceses colocaron dos cargas explosivas en
el casco del barco. La explosión de la segunda bomba supuso la
muerte de Fernando Pereira, que estaba en su camarote recogiendo
sus cámaras, y el hundimiento de barco.
El mundo se estremeció al comprobar que el Gobierno francés era
el autor del ataque. Dos agentes de los servicios secretos
franceses fueron condenados a diez años en prisión por homicidio
involuntario y siete por incendio provocado. Sin embargo, en los
meses siguientes Francia ejerció una fuerte presión sobre Nueva
Zelanda y llegó a un acuerdo que permitió a los dos inculpados
cumplir condena en una prisión militar en Francia. En poco más de
dos años fueron puestos en libertad y resgresaron a París, donde
recibieron homores y reanudaron sus carreras. Las Naciones Unidas
ordenaron a Francia el pago de una compensación económica con la
que Greenpeace pudo botar un segundo Rainbow Warrior en 1989.
Las acciones llevadas a cabo por los dos buques Rainbow Warrior
fueron determinantes para conseguir que en 1995 Francia abandonara
sus pruebas nucleares y para que se aprobara un Tratado para la
prohibición completa de estas pruebas. Sin embargo, este Tratado
aún no ha entrado en vigor, en el mundo sigue habiendo unas 30.000
armas nucleares y la amenaza cada vez es mayor.
"Mientras las potencias nucleares -Estados Unidos, Reino Unido,
Francia, China y Rusia- no cumplan con sus compromisos de desarme,
es inevitable que más países quieran sumarse a ese club y que
aumente el riesgo de que los terroristas consigan materiales
radiactivos. Por no hablar del escándalo que supone, mientras que
cerca de la mitad del planeta sobrevive con un dólar diario, el
continuo aumento del gasto billonario en los arsenales nucleares,
un gasto que alimenta los conflictos en vez de contribuir a la
paz", ha declarado Eva Suárez, responsable de la campaña de Desarme
de Greenpeace.
Por eso, veinte años después del hundimiento del RW Greenpeace
continúa con su trabajo a favor de la paz y el desarme. "No servirá
de nada enfrentar la violencia con más violencia. Una escalada en
el cómputo global de armas nucleares no evitará la amenaza de la
guerra o del terrorismo. La seguridad global, muy al contrario,
depende del desarme, de la igualdad de oportunidades y de la
protección de los recursos del planeta para las futuras
generaciones", añadió Suárez.
Hoy, 8 de julio, el actual RW ha emprendido rumbo a la bahía de
Matauri (Nueva Zelanda) en la que el barco bombardeado permanece
hundido, donde acompañado de una flotilla por la paz realizará una
emotiva ceremonia en la que estarán presentes algunos de los
miembros de la tripulación del RW en 1985.
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