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Greenpeace aplaude las declaraciones del Ministro de Medio Ambiente francés de "congelar" los cultivos transgénicos

Mientras, el Ministerio de Agricultura reconoce que en 2007 se han cultivado 75.000 hectáreas de transgénicos en España, la cifra más alta de la última década, en un ambiente de absoluta falta de control

Comunicado de prensa - septiembre 22, 2007
La organización ecologista Greenpeace ha recibido con satisfacción las declaraciones del Ministro de Medio Ambiente francés, Jean-Louis Borloo, quien el pasado 20 de septiembre afirmaba en el diario Le Monde: “con respecto a los transgénicos todo el mundo está de acuerdo: su diseminación no se pueden controlar, por lo que no vamos a asumir ningún riesgo”.

Con un "NO" espectacular, de 60 metros de diámetro dibujado en un campo de maíz del Estado de México, Greenpeace dice NO a los transgénicos.

De este modo, el ministro confirma lo que las organizaciones ecologistas llevan años repitiendo: que el cultivo de transgénicos ocasiona una contaminación genética incontrolable e irreversible.  Si bien estas declaraciones son importantes, deben ahora traducirse en una toma de posición real del Gobierno galo.

Mientras, la situación en España es bien distinta. Recientemente el Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación (MAPA) ha hecho públicos a través de su página web los datos de cultivo de maíz Modificado genéticamente (MG) para la campaña 2007. Este año, se han cultivado en nuestra geografía 75.148 hectáreas del maíz de Monsanto Mon 810, lo cual supone un aumento de 40% con respecto al año anterior. Este cultivo supondría el 21% de la superficie nacional de maíz (el último avance del MAPA es de 352.000 ha de maíz en España para la presente campaña), la cifra más alta en la década que se llevan cultivando transgénicos en España.

El Gobierno español no sólo sigue sin ofrecer datos independientes sobre estos peligrosos cultivos, sino que reconoce que no dispone de un análisis de la situación a pesar de la obligación legal impuesta por la UE. Las únicas cifras que maneja son las ventas de semillas entregadas por las propias empresas del sector. Sin embargo, en el marco de la UE es obligatorio el establecimiento de unos registros públicos de los campos de transgénicos que permitan al conjunto de la ciudadanía conocer la situación, en aplicación de la Directiva 18/2001 y de las normas españolas que transponen esta directiva. Greenpeace espera que este avance de la política francesa se traduzca en una prohibición definitiva de la liberación de transgénicos al medio ambiente tanto en el país vecino como en el nuestro.

"Es paradógico que un gobierno conservador dé determinados pasos para proteger la salud de los consumidores y del medio ambiente mientras en España la propaganda de las empresas del sector, apoyada por el propio Ministerio de Agricultura, intenta hacernos olvidar los constantes episodios de contaminación de campos, los datos sobre los peligros para la salud y el medio ambiente y la falta de transparencia de un Gobierno que empezó afirmando que cambiarían las cosas, pero que ha reproducido fielmente a los largo de estas cuatro campañas la línea marcada por el gobierno anterior", ha afirmado Juan-Felipe Carrasco, responsable de la campaña contra los transgénicos de Greenpeace.

El pasado mes de mayo, Greenpeace presentó el informe ¿Qué cantidad de toxina Bt producen realmente las plantas de maíz transgénico MON810? en el que se demostraba el peligro que supone el cultivo del maíz transgénico Mon 810 de la multinacional Monsanto, debido a la alta variabilidad del contenido de una toxina insecticida, denominada Bt, presente en este maíz, cultivado comercialmente en España a pesar de la elevada oposicion pública. La información aparecida sobre la toxicidad del Mon 863 o del NK 603 (otros maíces transgénicos de la misma empresa) arrojan nuevas incertidumbres y preocupaciones con respecto a la seguridad y la calidad del maíz transgénico, y ponen en entredicho el sistema de autorizaciones de la UE. Paradójicamente, el mismo Ministerio de Agricultura afirma en su web literalmente "no existe ningún estudio científico que demuestre que estos alimentos sean perjudiciales para la salud".

"El Gobierno debe cambiar drásticamente su política de transgénicos, paralizar las autorizaciones el cultivo de maíz Mon 810, así como toda liberación de transgénicos al medio ambiente y defender el derecho de los agricultores y de los consumidores en lugar de garantizar los ingresos del puñado de multinacionales cuyo único objetivo es ejercer su control sobre la agricultura", ha añadido Carrasco.