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Eroski garantiza a Greenpeace que su marca propia no contiene transgénicos

Greenpeace está contactando con el sector alimentario para actualizar la Guía Roja y Verde de transgénicos

Comunicado de prensa - octubre 22, 2004
El grupo Eroski acaba de enviar a Greenpeace la garantía de que los productos de su marca propia no contienen transgénicos dentro del proceso de actualización de la Guía Roja y Verde de alimentos transgénicos que Greenpeace está realizando en este momento a través de consultas, análisis y contactos con la industria alimentaria y el sector de la distribución a nivel mundial.

Observadores de transgénicos en un supermercado controlando el correcto etiquetado de OMG

El grupo Eroski, que representa hoy algo más del 9% de la cuota de mercado alimentario en España con una cifra de negocios de casi 5.000 millones de euros, casi 1.400 puntos de venta y más de un millón de metros cuadrados de superficie, ha decidido comunicar a Greenpeace que cumple los requisitos exigidos por la organización ecologista para figurar en la lista de empresas que garantizan no vender alimentos de marca propia (en este caso marca Consumer) que contengan transgénicos o derivados de cosechas transgénicas. "Esto es un paso muy importante para los consumidores, que verán incrementada la lista de productos que pueden consumir sin temor de estar ingiriendo transgénicos", ha declarado Juan-Felipe Carrasco, responsable de la campaña contra los transgénicos de Greenpeace.

A pesar de que en estos últimos dos años, y gracias al rechazo de los consumidores, gran parte de la industria puede asegurar que no emplea transgénicos en los ingredientes de los productos que comercializa, todavía existe un importante sector que opta por la opacidad y el silencio y no envía a Greenpeace las suficientes garantías sobre el contenido de los alimentos que comercializa.

Aunque la nueva legislación Europea de etiquetado y trazabilidad obliga a los fabricantes y distribuidores a etiquetar los alimentos que contienen derivados de transgénicos, el Gobierno no ha puesto en marcha un sistema de trazabilidad completo que permita garantizar la libertad de elección de los consumidores a través de un etiquetado fiable. En España siguen entrando hoy unos 6 millones de toneladas de maíz y de soja transgénica por los puertos y se cultivan unas 40.000 hectáreas de un peligroso maíz transgénico.

Por otra parte, la normativa no obliga a etiquetar los derivados animales, es decir, que los consumidores siguen sin saber si la carne, la leche o los huevos que ingieren provienen de animales alimentados con transgénicos cultivados con un gran impacto económico, social y ambiental. "Es inaceptable que el 80% de las materias primas modificadas genéticamente que entran en nuestro país se "esconda" detrás de una legislación que permite que el consumidor no tenga información sobre el origen de los derivados animales que come", ha añadido Carrasco.

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