Comunicado de prensa - abril 22, 2004
En el Día de la Tierra Greenpeace alerta que los organismos modificados genéticamente (OMG) son una de las graves amenazas ambientales para el planeta. Este tipo de cultivos, además de sus riesgos directos para la salud global de los ecosistemas y de las cadenas alimentarias, potencian una agricultura tóxica, dependiente del petróleo y de sus derivados y dañina para la salud socio-económica de muchos países.
Acción de Greenpeace en un campo de maíz transgénico en Zaragoza
En este día dedicado a La Tierra, Greenpeace insiste en que
deberían ser destinados muchos más recursos financieros a la
investigación sobre métodos de producción sostenibles ecológica y
socialmente y huir de un modelo que convierte a la biotecnología en
un sumidero de recursos financieros.
Coincidiendo con esta celebración 22 activistas de la
organización ecologista se enfrentan hoy a un juicio por la acción
de protesta llevada a cabo hace dos días en una planta de la
compañía Moyresa en Cartagena. Greenpeace quería denunciar con esta
acción para denunciar que dicha empresa comercia con alimentos
transgénicos en España. "Cuando están cada vez más demostradas las
relaciones entre pobreza y degradación del medio ambiente, es un
ejercicio de cinismo presentar a estos cultivos como la solución a
los problemas alimentarios de gran parte de los habitantes del
planeta", declara Juan López de Uralde, director ejecutivo de
Greenpeace en España- "Con las técnicas actuales y sin recurrir a
modificar los fundamentos mismos de la vida, el planeta puede
producir suficiente alimento para todos sus habitantes. Es, más
bien, un problema de reparto y de acceso a los medios de
producción. "Desgraciadamente el hambre es consecuencia del actual
modelo geoestratégico".
España importa unos nueve millones de toneladas de soja y de
maíz procedentes de países como EEUU, Argentina y Brasil.
Aproximadamente la mitad de esta cantidad corresponde a cultivos
transgénicos que se incorporan a la cadena alimentaria humana y
animal: se estima que más de cuatro millones de toneladas de soja y
casi medio millón de toneladas de maíz provienen de cultivos
modificados genéticamente. La organización denuncia que el año
pasado el Gobierno toleró que convivieran 32.000 hectáreas de maíz
Bt, un maíz con genes bacterianos que generan una proteína tóxica,
con cultivos ecológicos y convencionales.
Además, los importadores españoles (Cargil, Bunge, Simsa,
Interpec, Dreyfus o ADM, por ejemplo) contaminan las partidas al no
separar la soja brasileña no transgénica y mezclarla en los silos
que contienen soja argentina o de EE UU. Estas empresas niegan así
a los ciudadanos el derecho a elegir una alimentación libre de
transgénicos. "Es inaceptable que España siga permitiendo la
importación de grandes cantidades de maíz y soja transgénicos, siga
siendo el único país de la UE que autorice el cultivo e incluso,
cediendo a las presiones de empresas como Monsanto, Syngenta o
Bayer" añade Juan Felipe Carrasco, responsable de la campaña de
Transgénicos de Greenpeace.
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