Este sitio usa cookies. Si continúas navegando estás aceptando su utilización. Más información

Greenpeace denuncia que el reactor nuclear para eliminar residuos radiactivos del CIEMAT es una farsa

La organización exige al Director General del CIEMAT que no trate de confundir a la opinión pública con "soluciones mágicas" sobre los residuos radiactivos

Comunicado de prensa - agosto 29, 2007
Greenpeace y Tamquen les nuclears denuncian que el reactor nuclear transmutador que promueve el Director General del CIEMAT (antigua Junta de Enegía Nuclear), Juan Antonio Rubio, supuestamente destinado a eliminar los residuos radiactivos es una farsa.

Imágenes de activistas de Greenpeace pidiendo el cierre de la Central Nuclear de Almaraz (Cáceres).

Ante los problemas que está teniendo ENRESA para ubicar el cementerio de residuos de alta radiactividad, Rubio propone ahora construir un reactor nuclear experimental transmutador junto al hipotético ATC. Esto elevaría aún más la posibilidad de que se produjera un accidente radiactivo en esas instalaciones, que ya de por sí serían altamente peligrosas debido a la enorme cantidad de residuos nucleares que albergarían.

Aunque la industria nuclear lleva décadas hablando de este tipo de reactores, todos los intentos anteriores de usarlos han fracasado. Reactores como el Phoenix francés y el Superphoenix han sido grandes fiascos tecnológicos, económicos y de seguridad. De hecho han sufrido accidentes tan importantes que contribuyeron a su clausura definitiva. "Este tipo de reactores se basa en un conjunto de ideas ya antiguas, que nunca han funcionado", ha declarado, Miguel Muñiz, portavoz de la plataforma Tanquem les nuclears.

El propio Juan Antonio Rubio protagonizó junto al Nobel italiano Carlo Rubbia un intento similar en la época en la que estaba en la Universidad de Zaragoza, a mediados de los 90, (Rubbia está ahora contratado en el CIEMAT). Su proyecto consistía en construir en Zaragoza un reactor transmutador conocido como el "Rubbiatrón" o el "Amplificador de Energía", como le denominaban sus promotores. El proyecto, denostado por expertos en seguridad nuclear, levantó una gran oposición social y política en Aragón, a pesar del entusiasta apoyo recibido por el entonces Presidente del Gobierno aragonés, Santiago Lanzuela, y finalmente fue retirado.

La transmutación de residuos

La transmutación de residuos nucleares (bombardear residuos nucleares con partículas subatómicas para transformarlos en elementos no radiactivos) es una materia de estudio en la que no se ha avanzado significativamente en las últimas décadas, a pesar del esfuerzo económico, por lo que aún sigue en un estado de conocimiento básico.

Aún en el hipotético caso de que la técnica de la trasmutación llegase a funcionar en un futuro, por el momento no previsible, no lograría hacer desaparecer del todo los residuos radiactivos, por lo que el problema permanecería, con distintas dimensiones, y no evitaría la discusión sobre la necesidad de tener que construir un cementerio nuclear.

"En materia de residuos radiactivos no hay panaceas ni varitas mágicas. Hacemos un llamamiento a la responsabilidad de quienes tratan de confundir a la opinión pública con soluciones mágicas en materia de residuos radiactivos", ha declarado Carlos Bravo, responsable de la campaña de energía de Greenpeace.

La industria atómica ha sido incapaz de encontrar en los últimos 50 años una solución al grave problema que supone generar residuos radiactivos cuya vida activa se cuenta en decenas de miles de años (un claro ejemplo de su insostenibilidad).

Actualmente no existe ninguna forma de gestión satisfactoria desde el punto de vista técnico para estos residuos, puesto que todas las opciones, incluida la transmutación, tienen importantes problemas por resolver y su resolución está aún en estado de investigación básica. Hasta dentro de varias décadas no se sabrá si habrá algún supuesto avance tecnológico al respecto.

Ante esta situación, no es extraño que no haya consenso social ni político para resolver este problema. Esto explica el fracaso de los sucesivos planes de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA) de implantar un cementerio nuclear de residuos de alta actividad en España, el último el conocido ATC (Almacén Temporal Centralizado). El consenso pasa por establecer previamente un calendario de cierre de las centrales nucleares.