Activistas de Greenpeace "cierran" la nuclear de Vendellós-2 para recordar a Zapatero su compromiso de abandonar la energía nuclear. En la imagen activistas dentro de la central de Vandellós-2.
En una reunión mantenida el pasado 5 de abril con los
propietarios de la central de Vandellós-2, el CSN aceptaba que la
central nuclear pudiera arrancar sin verse obligada a sustituir los
tornillos de sujeción de los tubos de protección de las barras de
control y sin ni siquiera exigir, antes del arranque, una
inspección en profundidad para averiguar el estado en que se
encuentran el resto de esos tornillos.
Las barras de control son elementos esenciales de seguridad, ya
que sirven para parar la reacción en cadena en el núcleo del
reactor en caso de accidente. Los tubos que protegen las frágiles
barras de control se sujetan a una gruesa plancha de acero colocada
encima del combustible del núcleo mediante dos de estos tornillos.
Uno de ellos es el que se ha roto.
El CSN ha querido dar por buenas las explicaciones de los
propietarios de la central nuclear, según las cuales el riesgo de
que se rompa otro tornillo es mínimo. Sin embargo, en los Estados
Unidos ha habido varios casos en los que este tipo de tornillos
(que están hechos de Inconel-750, una aleación susceptible de
corrosión en las condiciones que se dan en el núcleo de los
reactores nucleares), se han roto.
De hecho, Westinghouse, empresa americana que diseñó la central
de Vandellós-2, recomienda, sobre la base de la experiencia en
centrales americanas y europeas, que se sustituyan este tipo de
tornillos una vez superado un tiempo de operación equivalente a
unos 11 años, algo que Vandellós-2, cuya puesta en marcha se
produjo en 1987, ha superado con creces, incluso asumiendo un
tiempo de operación del 80%.
La primera central americana en la que se rompió uno de estos
tornillos fue en la de North Anna en mayo de 1982, pero después ha
sucedido en muchas más centrales. Tras diversos intentos fallidos
por resolver el problema sin cambiar los tornillos, Westinghouse
decidió finalmente reemplazar los tornillos de Inconel por otros de
acero inoxidable después de que otro tornillo suelto en la central
de Wolf Creek provocara importantísimos daños en la placa de tubos
de uno de los generadores de vapor, como ha sucedido ahora en
Vandellós-2. Hasta la fecha más de una treintena de centrales
nucleares de diseño Westinghouse en Europa y Estados Unidos han
sustituido estos tornillos defectuosos, pero, a pesar de todos
estos antecedentes, las centrales españolas, como viene siendo la
norma, estaban al final de la lista y sólo tenían prevista la
sustitución en las centrales de Ascó y Vandellós en los años 2007 y
2008. Los hechos se han anticipado y este nuevo suceso en
Vandellós-2, central que estuvo parada cinco meses en el 2005 sin
que a nadie se le ocurriera cambiar estos tornillos, vuelve a
demostrar que la cicatería de las nucleares españolas, unido a la
permisividad del CSN, terminan por pasar factura.
El CSN, que desde el suceso el día 29 de marzo no ha vuelto a
dar la más mínima información al respecto de este problema, parece
estar de acuerdo con los propietarios de la central en que no hay
razones que justifiquen que la rotura del tornillo pueda repetirse
en otros tornillos, y ello a pesar de que el resto de esos
tornillos procede de la misma colada de fabricación y han estado
sometidos a cargas y condiciones de trabajo similares al que se ha
roto. Esta opinión no deja de ser sorprendente, sobre todo en el
caso de la barra de control cuyo tubo guía ha quedado sujeta ahora
con un único tornillo, y nuevamente viene a demostrar que a pesar
del historial de ocultaciones y de graves deficiencias detectadas
en Vandellós-2 desde el accidente de agosto de 2004, el CSN
continúa siendo un organismo regulador paternalista, al servicio de
la industria nuclear y preso de sus necesidades.
"Greenpeace considera que, después de haber cedido nuevamente a
las presiones de la central de Vandellós-2, en caso de que se
repita la rotura de otro tornillo de sujeción de los tubos de
protección de las barras de control, el CSN será tan responsable
como la central ante los ojos de los ciudadanos de lo que pueda
suceder", declaró Carlos Bravo, portavoz de Greenpeace en temas
nucleares.
Por otro lado, el CSN ha ocultado al público que las partes
sueltas desprendidas del tornillo roto provocaron importantes
desperfectos en el generador de vapor en el que fueron encontradas
las piezas, y no se sabe como se repararán estos desperfectos antes
del arranque de la central previsto en próximas fechas.
Si el CSN fuera un organismo transparente y creíble, que basara
sus decisiones sobre normativa, criterios y justificaciones
técnicas sólidas, ya habría hecho público un informe detallado,
explicando dónde y cómo se encontraron las partes sueltas, como se
recuperaron éstas, los daños en el generador de vapor y como se
repararán estos, y explicando los motivos técnicos que le han
llevado a tomar la decisión de permitir arrancar a la central con,
supuestamente, plenas garantías de seguridad. De esta manera se
podrían contrastar sus opiniones y opinar al respecto. Pero la
realidad es exactamente la contraria y ello se debe a que el
principio del funcionamiento del CSN se basa en evitar cargas sobre
la industria nuclear que pongan en peligro sus beneficios.
"El CSN, en lugar de dar información veraz, completa y puntual
sobre el incidente, vuelve a utilizar la técnica del avestruz,
escondiendo la cabeza a la espera de que el público y los medios de
comunicación dejen de prestar atención al incidente para permitir a
la central que vuelva arrancar cuanto antes y con ello a generar
pingues beneficios económicos a costa de la seguridad", añadió
Bravo.
Greenpeace considera lamentable que una y otra vez se repitan
las mismas actitudes y comportamientos por parte de los gestores
del CSN. Para la organización, siguen siendo los mismos que cuando
el accidente de Vandellós-2 de agosto de 2004, sin que el
Parlamento y el Gobierno exijan que se tomen acciones correctivas
inmediatas dentro de la organización del CSN para corregir su
lamentable funcionamiento, tanto en lo que refiere a su órgano de
decisión como a los máximos responsables de la gestión técnica del
organismo. Greenpeace pide que por fin acredite la neutralidad que
nunca ha tenido, condición indispensable para que pueda
considerarse un auténtico servicio público.