Central nuclear de Ascó, Tarragona
El profesor Rodríguez Farré ha hecho hincapié en tres aspectos:
la indefinición del término "partículas radiactivas",
constantemente utilizado por el CSN, el nivel de detección de los
instrumentos de control de dosis de radiación en las personas
potencialmente afectadas y el tiempo de residencia del Co-60 en el
cuerpo humano.
En primer lugar, el profesor Rodriguez Farré ha aclarado que es
importante conocer el tamaño de las partículas de Co-60 liberadas
en el escape, tanto por el nivel de radiactividad que emiten
(importante también de cara a la irradiación externa) como por sus
efectos en caso de penetrar en el organismo (irradiación
interna).
Ello es debido a que, como recoge la literatura científica, las
partículas de menos de algunas micras (milésimás de milimétro) de
diámetro pueden pasar al torrente circulatorio a través del pulmón,
e incorporarse a otros órganos, especialmente en el hígado, donde
se acumula y tiene un tiempo de residencia biológica de entre una y
tres semanas (un promedio de 15 días). Partículas mayores quedarían
retenidas en el tracto respiratorio y en el pulmón, que es muy
sensible a la radiación. Por ello, es imprescindible que el CSN
publique un inventario detallado de las partículas radiactivas
(tamaño, composición isotópica, nivel de radiactividad y lugar de
su hallazgo).
En segundo lugar, el profesor Rodríguez Farré ha indicado que el
CSN no ha hecho pública información precisa sobre la metodología
aplicada en las mediciones radiológicas a las que ha sometido o se
propone someter a la población expuesta al escape. Para que se
conozca la validez del procedimiento empleado por el CSN, éste debe
aclarar los criterios que aplica: el tipo de detector utilizado, el
grado de sensibilidad que aplica (que es muy superior para los
trabajadores de instalaciones nucleares que para el público en
general), el tipo de radiación medida, el tiempo de medición, la
reiteración de las pruebas...). Es necesario saber si a los no
trabajadores (por ejemplo, a los escolares que visitaron la central
tras el escape, a los proveedores y a los vecinos de los pueblos
del entorno) se les ha aplicado los mismos criterios que a los
trabajadores, que legalmente pueden recibir entre 20 y 100 veces
más dosis de radiación que el público.
En tercer lugar, Rodríguez Farré ha recordado que, dado que el
tiempo de residencia biológica de la mayor parte del Co- 60 en el
cuerpo humano es de 1 a 3 semanas, un resultado negativo en las
pruebas de detección de radiactividad realizadas recientemente no
permite descartar que las personas examinadas hubieran quedado
irradiadas anteriormente y su cuerpo hubiera eliminado ya las
partículas radiactivas que hubiesen podido incorporar. Este es un
riesgo que, lamentablemente, no cabe descartar, ya que el escape
radiactivo de Ascó se produjo el 29 de noviembre, 4 meses antes de
que Greenpeace alertara sobre él a la opinión pública y el CSN se
viera obligado a iniciar las pruebas. En el caso de que una persona
hubiera incorporado meses atrás una partícula de Co-60 y ya la
hubiera expulsado, no significa que mientras la alojó en su cuerpo
éste no quedara irradiado - con el riesgo de que la persona
afectada sufra enfermedades en el largo plazo. Además, el Co-60,
una vez reliberado, sigue siendo radiactivo durante más de
cincuenta años, y por lo tanto sigue constituyendo un peligro para
la salud y el medio ambiente.
A la luz de la opinión científica del Profesor Rodríguez Farré,
y transcurrido ya más de un mes desde que el escape trascendiera a
la opinión pública, Greenpeace ha reiterado que persisten muchas
dudas sobre la causa real del suceso, su detección por los
propietarios de la central, cómo se enteró el CSN y sobre la
actuación de este organismo regulador en el análisis del impacto
radiológico del suceso. De hecho, algunos aspectos son
inverosímiles: ¿cómo podría un operario verter 50 litros de agua de
un bidón a prueba de radiactividad, por tanto muy pesado, por sí
solo en la piscina del combustible?
Igualmente, Greenpeace considera que el CSN no está dando toda
la información disponible sobre la radiactividad liberada ni sobre
las partículas que, según trabajadores de Ascó han informado a la
organización ecologista, siguen encontrándose. Debido a esta falta
de información, Greenpeace ha dirigido al CSN una nueva ampliación
de solicitud de información que ya requirió al organismo regulador
acerca del incidente (2).
Greenpeace realizó una primera solicitud de información el 14 de
abril, que amplió el 21 de abril, y a la que todavía no ha recibido
respuesta. Además, la entidad ecologista espera el informe oficial
de los expertos de la Comisión Europea que visitaron Ascó tras su
denuncia de los hechos, basada en los artículos 35, 36 y 37 del
Tratado de Euratom. "Ha pasado un mes desde que se produjo el
escape y el CSN sigue maneniendo a los ciudadanos a oscuras sobre
lo ocurrido realmente y sus implicaciones" - ha declarado Carlos
Bravo, responsable de la campaña Nuclear de Greenpeace, que ha
reclamado que la Presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear,
Carmen Martínez Ten, comparezca urgentemente ante el Congreso de
los Diputados para esclarecer totalmente lo ocurrido.
(1)Eduard Rodríguez Farré es radiobiólogo y toxicólogo, profesor
de investigación del Instituto de Investigaciones Biomédicas de
Barcelona, miembro de la Red de Salud Ambiental del Instituto de
Salud Carlos III, del Ministerio de Sanidad, y vocal del Comité
Consultivo Sobre la Realización de Estudios Epidemiológicos en el
Entorno de Centrales Nucleares que está realizando conjuntamente
este Instituto y el Consejo de Seguridad Nuclear.
(2) La ampliación de solicitud de información requerida por
Greenpeace al CSN se encuentra en disponible en
www.greenpeace.es