El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) no descarta ahora que exista riesgo radiológico derivado del escape radiactivo de la central nuclear de Ascó-1, tal y como se puede leer en su respuesta a Greenpeace de ayer miércoles 14 de mayo.
Greenpeace considera muy significativo este cambio de actitud del CSN, ya que desde el primer momento (tras hacer Greenpeace público la existencia del escape el pasado 5 de abril), el Consejo ha estado afirmando reiteradamente, de forma acientífica y totalmente falta de rigor, ue “descartaba riesgo radiológico en Tarragona”.
Central nuclear de Ascó, Tarragona
El CSN reconoce ahora que la comparación de la radiactividad de
la fuente emitida en este escape (distribuida en cientos de
partículas) con los límites de dosis reglamentarios por exposición
(ingestión e inhalación) para trabajadores y para miembros de
público es un labor analítica muy compleja, que requiere "utilizar
modelos de exposición altamente sofisticados y la correcta
parametrización y el estudio exhaustivo de múltiples variables
radiológicas, físico-químicas y biológicas" y que actualmente "está
analizando los escenarios potenciales de exposición [a la
radiación], teniendo en cuenta el riesgo asociado a cada uno de
ellos, como su posibilidad de ocurrencia".
Precisamente Greenpeace ha venido exigiendo al CSN que estudie
de forma científica el potencial impacto radiológico sobre la
población que haya podido tener el escape radiactivo provocado por
la central nuclear de Ascó el 29 de noviembre de 2007 y ocultado
por ésta durante meses, a pesar de las dificultades que al respecto
entraña el que hayan pasado ya 5 meses desde que ocurriera el
suceso.
En primer lugar el CSN debe proporcionar el dato de la
radiactividad total que se ha liberado en el accidente, así como
aportar un inventario detallado con los valores de radiactividad de
cada una de las partículas detectadas hasta el momento y aclarar el
protocolo que se sigue para los exámenes radiológicos al público.
En ese sentido, Greenpeace recuerda que el CSN todavía no ha hecho
pública la información precisa sobre la metodología aplicada en las
mediciones radiológicas a las que ha sometido o se propone someter
a la población expuesta al escape.
Para que se conozca la validez del procedimiento empleado por el
CSN, éste debe aclarar los criterios que aplica: el tipo de
detector utilizado, el grado de sensibilidad o nivel de detección
que aplica (que es muy superior para los trabajadores de
instalaciones nucleares que para el público en general), el tipo de
radiación medida, el tiempo de medición, la reiteración de las
pruebas...). Es necesario saber si a los no trabajadores (por
ejemplo, a los escolares que visitaron la central tras el escape, a
los proveedores y a los vecinos de los pueblos del entorno) se les
ha aplicado los mismos criterios que a los trabajadores, que
legalmente pueden recibir entre 20 y 100 veces más dosis de
radiación que el público.
A fecha de hoy, el CSN reconoce ya una cifra 750 veces más alta
de radiactividad (176,78 MBq) que la inicialmente reconocida y
publicada (235.000 Bq), cifra que utilizó al principio para afirmar
tajantemente que no existía riesgo radiológico derivado del escape.
Esa cantidad de radiactividad se refiere sólo a los varios cientos
de partículas hasta ahora encontrados (dentro y fuera del
emplazamiento de la central nuclear), pero está lejos de ser la
cifra total de la fuente de radiactividad que se liberó.
La respuesta del CSN a la primera de las tres peticiones de
información enviadas por Greenpeace a este Organismo sobre el
escape radiactivo de Ascó deja en evidencia la irresponsable
actuación de la central nuclear de Ascó en este suceso. Ascó ocultó
al propio CSN la existencia de un problema de contaminación
radiactiva del sistema de ventilación de la central; alteró y
manipuló ex profeso el funcionamiento de los monitores de radiación
del sistema de ventilación de emergencia; actuó de forma negligente
provocando que se produjera el escape de radiactividad al medio
ambiente, el cual ocultó deliberadamente al CSN y al público,
impidiendo así que pudieran tomarse, inicialmente, medidas para
impedir el escape de radiactividad y, posteriormente, para tomar
medidas que pudieran haber minimizado el posible impacto
radiológico del mismo.
El CSN reconoce que "la actuación del titular [la central
nuclear de Ascó], al proceder de manera injustificada al aumento
del punto de tarado de estos monitores [de radiación], hizo posible
el cambio de ventilación de emergencia a normal, inhabilitando las
correspondientes señales de alarma", posibilitando de esta manera
que los elementos radiactivos salieran al exterior sin pasar por
los sistemas de filtrado de la ventilación de emergencia.
"Con la información ahora aportada por el CSN, queda demostrado
con absoluta claridad que la central nuclear de Ascó ha expuesto a
la población y al medio ambiente a un riesgo radiológico
innecesario e indebido", ha declarado Carlos Bravo, portavoz de
Greenpeace en temas de energía nuclear.
Para Greenpeace, la actuación de los responsables de la central
nuclear de Ascó puede calificarse de delictiva. Greenpeace aportará
esta nueva documentación oficial del CSN a la Fiscalía de
Tarragona, que ya ha iniciado diligencias penales al respecto de
este escape, y seguirá trabajando para lograr que se depuren
responsabilidades en este accidente y evitar que éste quede
impune.
A pesar de aportar datos demoledores sobre la responsabilidad de
la central nuclear de Ascó en la ocurrencia del escape, la
respuesta del CSN a Greenpeace es incompleta e insatisfactoria, y
deja muchas de las preguntas que se hacen sin contestar. Además de
los temas que el CSN reconoce seguir investigando, siguen quedando
muchas incógnitas al respecto de este suceso, y Greenpeace pide al
Consejo la máxima transparencia y rigor en su actuación.
Además, el CSN no hace la más mínima autocrítica de su lenta
reacción al respecto (en particular de la poca perspicacia y pro
actividad de la inspección residente del CSN en la central), ni de
su milimétrico alineamiento inicial a las tesis de la central.