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Acción de Greenpeace en las instalaciones de la armamentística Expal para denunciar que fabrica bombas de racimo

Escaladores despliegan una pancarta gigante en la fachada de la compañía y llenan el edificio con prótesis de personas amputadas por este armamento

Comunicado de prensa - mayo 22, 2008
Activistas de Greenpeace han accedido a las instalaciones de la empresa armamentística Expal para denunciar que esta empresa fabrica bombas de racimo y reclamar su prohibición total. Los activistas han reclamado una reunión con los responsables de la empresa para expresarles su posición con respecto a este tipo de arma y hacerles entrega de la copia de una prótesis y de un vídeo con un testimonio recogido en Camboya en el que una víctima de este armamento se dirige directamente a ellos.

Activistas de Greenpeace han accedido a las instalaciones de la empresa armamentística Expal para denunciar que esta empresa fabrica bombas de racimo y reclamar su prohibición total.

Activistas de Greenpeace agredidos en la acción pacífica contra la empresa Expal que fabrica bombas de racimo

Además, escaladores de la organización han desplegado en la fachada de la empresa una pancarta gigante con la imagen de un niño mutilado por las bombas de racimo, que simboliza todas las víctimas inocentes que estas bombas causan por todo el mundo. La  imagen está construida con miles de pequeñas bombas. En ella se lee el lema: "Expal fabrica bombas de racimo que mutilan". Por otro lado, otro grupo de activistas ha llenado el vestíbulo del edificio con prótesis y siluetas de personas amputadas por este armamento.

La prótesis, que se entregará también en el Ministerio de Defensa y en el de Exteriores, simboliza a todas las personas que han resultado mutiladas, heridas o muertas como consecuencia de una bomba de racimo. Además, Greenpeace hará entrega de un vídeo donde una víctima de Camboya reclama la prohibición de estas armas.

"Gracias por escucharme. Espero que dejéis de usar y fabricar bombas de racimo. Quiero enseñaros personalmente el resultado de vuestros productos. Por ello, me gustaría ofreceros esto como símbolo de vuestras acciones, como símbolo de lo que producís y como símbolo del efecto que tenéis en el mundo. Gracias". Este el testimonio de Sot, un chico camboyano de 18 años, que tuvo un accidente con explosivos sin detonar en el año 2004. El testimonio ha sido entregado a la empresa por activistas de Greenpeace.

Greenpeace ha intentado en varias ocasiones establecer contacto con la empresa y esto no ha sido posible por la falta de respuesta por su parte.

Estos días y hasta el 30 de mayo tiene lugar en Dublín una Conferencia Diplomática de la que debe salir el texto de un Tratado de prohibición de las bombas de racimo. Más de 100 gobiernos participan en las negociaciones. Pero también hay una importante presencia de la sociedad civil, con representantes de más de 200 ONG de todo el mundo.

Ciertos gobiernos están planteando iniciativas que debilitarían el resultado del Tratado, por ejemplo proponiendo excepciones para ciertos tipos de bombas de racimo que, supuestamente, no tienen efectos inaceptables sobre las poblaciones civiles. El Gobierno español se sitúa en este grupo y mantiene una postura muy ambigua. Por un lado, defiende que las consideraciones humanitarias deben ser lo primero. Pero, por otro, señala que ciertos tipos de bombas con sistemas de desactivación podrían seguir siendo permitidas. Este tipo de arma coincide con algunas de las que se fabrican en España (1).

"La postura del Gobierno español es inaceptable. No hay bombas de racimo buenas. Matan a los civiles durante los bombardeos y después de que las guerras hayan terminado. Nunca se ha demostrado que existan esas armas seguras, sino todo lo contrario. En todos los conflictos donde se han usado han causado tremendos impactos sobre la población civil", denuncia Mabel González, responsable de la campaña de Desarme de Greenpeace.

El Tratado debe ser integral, sin excepciones y sin retrasos para su entrada en vigor. Sólo así se logrará, además de la prohibición, que signifique la estigmatización de este tipo de arma, al igual que hace 10 años sucedió con las minas antipersonales. Esta será la única forma de que dejen de utilizarse.

(1) Dos empresas españolas, Expal e Instalaza, fabrican bombas de racimo. Expal fabrica la BME-330 antipista, e Instalaza fabrica la MAT-120, una granada de mortero con submuniciones. El ejército español también tiene un arsenal de este tipo de armamento, con al menos las dos anteriores y las Rockeye, un modelo estadounidense.

Greenpeace ha intentado en diversas ocasiones entrar en contacto con Expal para exponerle su posición con respecto a las bombas de racimo. Esto no ha sido posible ya que esta empresa no ha respondido a ninguna de las cartas o llamadas.