Imagen aérea de la central nuclear de Chernóbil
"Pedimos al Sr. Rodríguez Zapatero que reflexione sobre las
consecuencias que, un día como hoy hace 18 años, produjo la
catástrofe de Chernóbil y que inicie sin demora, con el cierre
inmediato de Garoña, el plan de abandono de la energía nuclear al
que se comprometió en la campaña electoral" ha declarado Carlos
Bravo, responsable de la campaña de energía nuclear de
Greenpeace
La central nuclear de Garoña sufre un grave problema de
agrietamiento por corrosión, que afecta a componentes internos de
la vasija del reactor (la cual alberga el combustible de uranio, y
es, por decirlo así, el verdadero corazón de la central nuclear),
motivo por el cual la seguridad de esta instalación se encuentra
seriamente comprometida. De hecho, un informe del Consejo de
Seguridad Nuclear (CSN), del 21 de mayo de 2003, realizado a
petición de Greenpeace, pone de manifiesto que el estado de la
vasija de Garoña ha empeorado de forma significativa, agravándose
la pésima situación en que ya se encontraba.
Este problema ha provocado la aparición de grietas en 66 de los
97 tubos que atraviesan la vasija, unos tubos a través de los
cuales deben pasar al interior de la vasija, con precisión
milimétrica, las denominadas barras de control, cuya función es
parar las reacciones nucleares que tienen lugar en el reactor. Por
lo tanto, la integridad estructural de esos tubos es fundamental
para la seguridad nuclear.
Este problema de agrietamiento, además de favorecer la pérdida
de agua de refrigeración del reactor al exterior de la vasija,
provoca la pérdida de integridad estructural de esos tubos, lo que
puede de hecho impedir que se inserten correctamente las barras de
control.
El 26 de abril de 1986 tuvo lugar una catástrofe sin precedente
en la historia de la industrialización: el reactor nº 4 de la
central nuclear de Chernóbil, en Ucrania, sufría un grave accidente
con fusión del núcleo que provocó la liberación de toneladas de
material altamente radiactivo a la atmósfera.
La cantidad de radiactividad liberada al medio ambiente fue unas
200 veces mayor que la desprendida conjuntamente por las bombas
atómicas lanzadas en 1945 por Estados Unidos en las ciudades
japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
Los elementos radiactivos expulsados a la atmósfera (entre
otros: iodo 131, cesio 137 y 134, estroncio 90 y plutonio 239)
crearon masas de aire contaminado: *la nube radiactiva*. Esta,
arrastrada por el viento, no sólo afectó a la zona próxima a la
central sino que viajó miles de kilómetros contaminando grandes
áreas de Bielorrusia, Ucrania, Rusia, amplias zonas de Asia y la
mayor parte de Europa. La nube radiactiva
alcanzó incluso a España, especialmente Cataluña y Baleares.
Las consecuencias ecológicas, sanitarias y económicas de una
catástrofe como la de Chernóbil son muy elevadas e
incalculables.
El accidente de Chernóbil demostró que la energía nuclear es
intrínsecamente peligrosa: el riesgo de un fallo técnico o un error
humano o de ambos no puede descartarse en ningún momento. Esta
catástrofe evidenció también que la energía nuclear es una amenaza
que no conoce fronteras, ya que la radiactividad liberada a causa
del accidente contaminó lugares situados a miles de kilómetros de
la central siniestrada.
Las autoridades ucranias reconocen la existencia de amplias
zonas fuera del área de exclusión de 30 kms. de radio declarada
alrededor de la central, mucho más contaminadas radiactivamente que
otras del interior de la misma. Este hecho incuestionable deja en
evidencia la inutilidad de los planes de emergencia nuclear y las
zonas de exclusión contempladas en éstos.
¡Hazte Socio de Greenpeace!
Greenpeace es una organización independiente, que no acepta
donaciones ni presiones de gobiernos, partidos políticos o empresas
y cuya actividad depende exclusivamente de las aportaciones
voluntarias de socios y simpatizantes. Si quieres ayudar a
Greenpeace, hazte socio
ahora