Activistas de Greenpeace bloquean la entrada de la central nuclear de Vandellos-2. Para pedir a José Luis Rodriguez Zapatero, que cumpla su compromiso del cierre de nucleares, y la utilización de energías renovables.
A las 21:39 de aquel día se inició un incendio que ocasionó
importantes disfunciones en diversos sistemas necesarios para
garantizar la refrigeración del reactor. Alertados por los propios
bomberos, algunos vecinos de las poblaciones del entorno
abandonaron sus hogares.
Según el propio informe del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)
el incendio se declaró "en el grupo turboalternador principal
número dos a consecuencia de un fallo mecánico generado por un
proceso de figuración en las ranuras de anclaje de los alabes
correspondientes a la rueda número ocho de la turbina principal, y
como consecuencia la pérdida repentina de 36 alabes consecutivos de
los 98 que posee la rueda, que al girar a 3.000 revoluciones por
minuto, produjo la rotura por cizalla de las tuberías de aceite y
vapor, originando puntos calientes suficientes para producir la
ignición de la mezcla aire-aceite y una explosión en los cojinetes,
así como la rotura de la Bomba número 3 con salida de hidrógeno,
que al inflamarse produjo una segunda explosión, la cual causó la
inflamación del aceite de lubrificación que salía en ese momento
como consecuencia de las roturas de las tuberías de alimentación de
los cojinetes, provocando todo ello un incendio de grandes
proporciones que afectó en cadena a gran número de sistemas
relacionados con la seguridad de la central".
El accidente fue calificado a posteriori como suceso de nivel 3
en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES), que consta
de 7 niveles. Debido a los graves errores cometidos en la extinción
del incendio, a diversos fallos de equipos afectados y a una serie
de problemas de seguridad que nunca fueron subsanados por el
titular, aunque se le había requerido al respecto con anterioridad,
el accidente afectó a la parte nuclear de la central. El incendio a
punto estuvo de provocar un escape radiactivo al exterior, de no
haber sido por una serie de afortunadas circunstancias que, tras
hacer temer lo peor, permitieron que pudiera disminuir la enorme
presión acumulada en el cajón de su reactor y llevarlo a parada
fría.
El elevado coste de las medidas para su eventual reparación
exigidas por el Consejo de Seguridad Nuclear, presidido entonces
por Donato Fuejo, y la negativa del Ministerio de Industria de que
estos costes se repercutieran a la tarifa eléctrica, hicieron que
Hifrensa, la empresa explotadora, decidiera su cierre definitivo.
El Ministerio de Industria entonces revocó la licencia de
explotación que tenía la central. Era 1990. Vandellós-1 había
funcionado unos 18 años.
Se inició su desmantelamiento parcial en virtud de la Orden
Ministerial de fecha 28 de enero de 1998. Esta orden transfería la
titularidad de la instalación a la Empresa Nacional de Residuos
Radiactivos (ENRESA), a la vez que autorizaba la ejecución de las
actividades de desmantelamiento reflejadas en el Plan de
desmantelamiento y clausura de Vandellós I.
En la actualidad se encuentra parcialmente desmantelada, estando
el cajón del reactor, ya descargado de sus elementos combustibles,
en un período de espera y decaimiento denominado fase de latencia,
que dura 25 años. En 2028 se procederá supuestamente a ejecutar el
nivel 3, que consiste en el desmantelamiento del cajón del reactor
para liberar totalmente el emplazamiento. Durante el periodo de
latencia el cajón permanecerá encerrado en una especie de
sarcófago, de 350 toneladas de peso.
Las organizaciones ecologistas han querido aprovechar este
aniversario para hacer hincapié en la irresponsabilidad del
Gobierno al permitir el funcionamiento de la central nuclear de
Garoña hasta 2013, es decir, durante más de 40 años. Ya en su
momento manifestaron su indignación y advirtieron a Zapatero de su
responsabilidad si en estos años ocurre algún accidente en la vieja
y peligrosa central burgalesa.
También manifestaron la necesidad de un plan de cierre de las
centrales nucleares que culmine con el abandono definitivo de la
que consideran una forma de producción de electricidad cara,
peligrosa, que forma parte del ciclo del uranio utilizado en
armamento y que genera unos residuos extremadamente peligrosos para
los que no hay solución después de más de medio siglo de industria
nuclear.