Comunicado de prensa - julio 31, 2009
Tras el nuevo vertido de la refinería de CEPSA en Palos de la Frontera, Greenpeace exige a las administraciones responsables la limpieza inmediata de la mancha antes de llegar a la costa y que los gastos derivados de ello sean sufragados por la empresa y no por todos los ciudadanos.
Vista nocturna de la ciudad de Huelva con el polo químico al fondo.
Los últimos datos conocidos hablan de dos manchas, la mayor de
más de siete kilómetros de largo y 50 metros de ancho, que se
encuentran a poca distancia de la costa y que se dirigen a las
playas de Mazagón y Matalascañas y el parque nacional de Doñana. El
escape se ha producido tras a rotura de una tubería submarina que
une la monoboya petrolera con la refinería, aunque ni la empresa ni
las Administraciones responsables han facilitado la cantidad de
combustible derramado ni las características del mismo.
"Greenpeace exige la actuación inmediata de las administraciones
para limpiar el vertido antes de que llegue a zonas de alto valor
ecológico como Doñana y que ponga en peligro a la población" ha
declarado Julio Barea, responsable de la campaña de contaminación
de Greenpeace. "Especialmente la Junta de Andalucía debe tomarse en
serio su obligación de velar por el interés común y no esperar a
ver si el vertido es tragado por el mar. Además, hay que exigir
enérgicamente que quien contamine pague la limpieza".
Greenpeace ha denunciado desde hace años que la actividad del
Polo Químico de Huelva supone una bomba de relojería para la zona
con vertidos como los fosfoyesos de Fertiberia o los de la planta
de cloro y la refinería que se extienden hasta las playas de
Mazagón. Esto provoca que la comarca padezca elevadas tasas de
contaminación en sus suelos, aguas y aire, y sea el punto con mayor
riesgo de mortalidad de España.
Por si esto no fuera suficiente, la Junta de Andalucía pretende
dar el visto bueno a la instalación, en la misma zona, de una nueva
monoboya y un oleoducto donde descargarían anualmente más de 100
petroleros. Esta nueva tubería en el mar daría servicio a la
refinería Balboa que se pretende construir en Badajoz e
incrementaría significativamente la posibilidad de derrames y
accidentes en una zona ya especialmente castigada por la
contaminación.