Escaladores de Greenpeace ponen una mascarilla a un toro de Osborne para "protegerlo" de las emisiones de CO2 de los coches.
La organización ecologista recuerda que todos los subsidios para
adquirir un nuevo turismo no son más que una subvención directa al
cambio climático. La organización se opone a toda medida de apoyo
al incremento de la demanda de turismos porque es la forma más cara
y más dudosa de hacer más eficiente el parque móvil español.
Los resultados ambientales de los anteriores estímulos directos
a la adquisición de nuevos automóviles, como los planes PREVER o
RENOVE, han sido un gran fracaso desde el punto de vista medio
ambiental. Según datos de la misma ANFAC, en el periodo en el que
estuvieron en vigor estos planes, la cuota de vehículos de más de
10 años de la flota española se ha mantenido fluctuando entre un 31
y un 36%, es decir que no se ha rejuvenecido. En la misma época,
además, en España las emisiones específicas de los coches
matriculados disminuía de forma despreciable y al mismo ritmo que
en el resto de Europa.
Greenpeace advierte que no es aceptable buscar soluciones a la
crisis económica sin tener en cuenta la grave crisis climática a la
que hay que hacer frente. La organización rechaza que se use dinero
público para alimentar el cambio climático sosteniendo y
manteniendo la dependencia del coche particular, principal causante
del aumento constante de las emisiones de CO2 del sector.
De hecho, una de las claves del crecimiento de las emisiones de
gases de efecto invernadero del transporte ha sido precisamente el
constante aumento del número de vehículos en circulación, hasta tal
punto que toda reducción en las emisiones debida a una mejora en la
eficiencia de los motores se ha visto anulada por este efecto. En
España, casi uno de cada dos ciudadanos posee un coche (1).
Científicos y economistas reconocen que mantener el aumento de
la capacidad de producción de la industria automovilística no sólo
tiene un efecto negativo sobre el medio ambiente sino que además, a
largo plazo, es contraproducente para la rentabilidad de la misma
industria automovilística. De hecho, la baja rentabilidad del
sector, reconocida ampliamente por la misma industria, ha provocado
que los planes de ayuda anteriores no hayan evitado la crisis.
"Los subsidios hacen que muchos ciudadanos que no se pueden
permitir comprar un automóvil lo hagan. Pero cuando el subsidio
acabe, las ventas volverán a caer así como ya ha ocurrido en el
caso de los anteriores planes de estímulo. La industria
automovilística seguirá pidiendo que se mantenga el flujo de dinero
público para tapar sus problemas estructurales de exceso de
producción", ha declarado Sara Pizzinato, responsable de la campaña
de Transporte de Greenpeace.
Greenpeace pide al Gobierno que corte los subsidios a la compra
de nuevos coches y que obligue al sector del automóvil a emprender
una profunda reforma que recorte su producción y dedique sus
esfuerzos a modelos más eficientes y menos contaminantes. Al mismo
tiempo la organización pide una ley de movilidad sostenible que
apunte a reducir la dependencia del transporte privado y apueste
por el público; más ferrocarril y más espacio para los medios no
motorizados.
"Es inaceptable que, con dinero público, se financie una
industria que se opone desde hace años a adaptarse a los tiempos y
a las necesidades ambientales de la sociedad. El cambio climático
está aquí y es posible combatirlo al mismo tiempo que se mantiene
una economía más sana y más verde" ha declarado Pizzinato.
Nota:
(1)Según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente en España
hay 481 turismos por cada 1000 habitantes, mientras en 1997 había
388.