Documento - junio 9, 2014
La crisis de Ucrania ha puesto la discusión sobre la dependencia energética europea como una prioridad en todas las agendas y ha dejado en evidencia dos grandes problemas en el sector energético europeo: la gran dependencia existente de los combustibles fósiles y que el 53% de la energía que Europa consume viene del exterior, especialmente de Rusia.
Las respuestas que están proponiendo tanto la Comisión Europea como los gobiernos en su mayoría no suponen ningún cambio real al sistema actual, que depende de las importaciones de hidrocarburos y uranio, sino simplemente cambiar de suministrador de gas (Rusia por otros) y/o impulsar combustibles autóctonos (fósiles convencionales y no convencionales, como el gas de esquisto extraído mediante fracking).
Buscar más petróleo o gas no resuelve el problema de la dependencia energética, sino que agrava otros muchos problemas ambientales. El sistema energético actual basado en combustibles fósiles es la principal causa del calentamiento global. Según los expertos de Naciones Unidas, para evitar los peores impactos del cambio climático hay que mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2 ºC y para ello al menos dos tercios de las reservas de combustibles fósiles que están en el subsuelo debería permanecer sin explotar.
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