Magazine / septiembre 2016

Los tratados enemigos

© Greenpeace/ Mario Gomez

Con el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) tocado, y cada vez más próximo a estar hundido, la ciudadanía europea aumenta su preocupación ante otros dos acuerdos que pretenden mermar ámbitos importantes de nuestra vida. El CETA (como el TTIP pero con Canadá) y el TISA también se están negociando a nuestras espaldas. 

La filtración de los papeles secretos del TTIP permitió a la ciudadanía conocer y sensibilizarse ante los planes a menudo ocultos que los organismos europeos tenían para ellos en cuanto al libre comercio con otros países. Desde entonces se van revelando más datos de los documentos y más opiniones de los distintos Estados miembros. Recientemente el vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, declaraba que después de 14 rondas de negociación el TTIP “había fallado”. Se le sumaba a continuación el secretario de Comercio Exterior del Gobierno francés, Matthias Fekl, que anunciaba la demanda de suspensión ante las autoridades europeas del TTIP. Para algunos es la muestra de que le estamos ganando la partida al tratado, para muchos otros se trata de una maniobra electoral y una cortina de humo para ocultar la posición de los socialdemócratas europeos en el acuerdo con Canadá, que apoyarían al 100%. Y es que incluso si el TTIP fracasara a causa de las protestas, muchos aspectos del mismo podrían llegar por la puerta trasera a través del CETA. Por ejemplo, bastaría con que un consorcio estadounidense tuviera una sucursal o una filial con actividades de negocio sustanciales en Canadá para que se pudiera presentar una demanda inversor-estado contra un país miembro de la UE. Pero el escándalo del CETA no se queda ahí. La Comisión Europea quiere que el tratado se apruebe sin requerir la aprobación de cada uno de los parlamentos nacionales de los Estados miembros.

En cuanto a la opinión de la calle, cada día es más negativa respecto a estos tratados. En el último Eurobarómetro ha disminuido el apoyo de los europeos al TTIP y los países en los que más ha caído son España y Croacia, con un 8% ambos, Polonia, con un 7% y Malta e Italia, con un 6%. En Alemania, país crucial en la negociación, la oposición al TTIP de los ciudadanos es de un 59%. En conjunto, el 51% de los europeos apoya el TTIP y el 34% está en contra y el resto se muestra indeciso.

Y de la misma generación de estos tratados de comercio es el TISA, centrado en la privatización de servicios públicos, que comienza a estar en boca de la opinión pública. Su gran secretismo hace que no se sepa mucho de él, pero se conoce que se está negociando por medio centenar de países con realidades económicas y laborales muy diversas, como Noruega, Pakistán o México y en el que asimismo participan naciones con políticas laxas en el control de capitales, como Panamá y Suiza. Es un acuerdo en el que la UE está representada por la Comisión Europea y que pretende fijar una serie de normas que regulen los servicios a escala global. Estas normas impedirían, por ejemplo, que los diferentes Estados miembros puedan legislar en favor de la voluntad popular blindando las privatizaciones, las liberalizaciones y la presencia de las grandes corporaciones multinacionales en sectores que van desde las telecomunicaciones, al transporte, pasando por la banca, la sanidad o las pensiones.

¿QUÉ ES EL CETA?

• CETA: Acuerdo Integral Económico y de Comercio entre la UE y Canadá.
• Se ha negociado en secreto durante más de cinco años, pretende ser ratificado en otoño de 2016.
• Al igual que el TTIP considera barreras al comercio y exceso de regulación normas en materia de protección al consumidor, medio ambiente y derechos laborales.
• Refuerza el modelo de “justicia paralela” a través de tribunales especiales para que las empresas puedan defender sus intereses al margen del Estado de derecho.

 

¿QUÉ ES EL TISA?

• Diseñado para crear el libre comercio entre más de 50 grandes economías. Podría impactar en la vida de 1.800 millones de personas.
• Al igual que el TTIP y el CETA, el TISA promete impulsar la desregulación del sector servicios, como el sector energético, de transportes, abastecimiento de agua y otros servicios básicos.
• Secretismo. Negociación no pública. Sus textos no pueden hacerse públicos hasta cinco años después de ser aprobados.

FILTRACIONES DEL TISA

Greenpeace Holanda publicó documentos filtrados sobre este acuerdo, que demuestran que puede perjudicar la lucha contra el cambio climático y dar más poder a la industria de los combustibles fósiles.
En el capítulo de energía, propone limitar la intervención del Estado sobre estos servicios, aplicando el principio de “neutralidad tecnológica”, que no valora positivamente las energías renovables frente a los combustibles fósiles.
Este planteamiento del TISA va en dirección contraria al Acuerdo de París. Si sigue adelante, será más difícil seguir avanzando hacia la descarbonización de la economía y que no se supere el aumento de 1,5 ºC de temperatura.

Mónica Ortega
Responsable de comunicación
@_MonicaOrtega_