Magazine / junio 2015

Oleg Naydenov: vertido pirata

© Greenpeace/ P. Armestre

“El riesgo de vertido es muy muy pequeño”, así explicaba a los medios de comunicación la situación provocada por el hundimiento del Oleg Naydenov la delegada del Gobierno en Canarias. Y añadía que, de producirse un vertido, “nunca” llegaría hasta las costas de Canarias. Pocas horas después, el desmentido llegaba en forma de una gran mancha de fuel. Tan solo unos días más tarde, varias playas del sudeste de Gran Canaria aparecían teñidas de negro. Aves, tortugas y cetáceos afectados demostraban lo equivocado de estas previsiones. 

Por tierra, mar y aire, Greenpeace se convirtió en testigo de lo que ahí estaba ocurriendo

La madrugada del 14 de abril habían saltado todas las alarmas. El pesquero ruso Oleg Naydenov, tras un incendio de causas desconocidas y un inexplicable (y aún inexplicado) periplo, se hundía a 2.700 metros de profundidad, a 15 millas de Punta Maspalomas con casi 1.500 toneladas de fuel en su interior. Otra vez, una mala decisión provocaba un vertido de nefastas consecuencias, una catástrofe que se podía haber evitado. De nuevo, del fondo del mar salía veneno en forma de fuel.

Cuando Greenpeace denunció años antes a este buque ruso por pesca ilegal, difícilmente nadie podría haberse imaginado que ese nombre llegaría a ser tristemente famoso en nuestras aguas, no por sus prácticas piratas, sino por causar un vertido en uno de los parajes medioambientales más importantes de las islas Canarias. El barco ilegal saltó a la “fama” cuando se incendió mientras estaba atracado en el puerto de Las Palmas, esperando y preparado para comenzar sus prácticas piratas en África.

Como si nada se hubiese aprendido de desastres pasados (que aconsejan acercar a las embarcaciones en situación crítica a puertos de refugio donde poder controlar posibles vertidos y vaciar sus tanques y otros elementos contaminantes) las autoridades tomaron la decisión de sacar el Oleg Naydenov del puerto de La Luz. De este modo, se remolcó un buque seriamente dañado y cargado con casi 1.500 toneladas de fueloil por áreas de altísimo valor ecológico hasta su hundimiento frente a una zona turística declarada Reserva Natural Especial (figura de protección canaria) por su valioso sistema de dunas vivas y lugar de frecuentes avistamientos de cetáceos y tortugas marinas. Por si todo eso fuera poco, se trata también de uno de los caladeros de pesca más productivos de la región, en plena época de pesca de pelágicos, como es ahora la pesca del aire (bonito), tal y como explican preocupados los pescadores artesanales de la zona.

En este vertido, como en cualquier otro, existen consecuencias directas e indirectas. Las directas son dramáticamente simples: mortandad directa de fauna y flora. Las indirectas vienen de la acumulación de los contaminantes del fuel que produce defectos genéticos y de comportamiento, ya que cuando el vertido queda en el sedimento sigue contaminando durante décadas.

Desde el primer momento, Greenpeace estuvo denunciando la situación del pesquero. Primero, recordando su denuncia sobre prácticas ilegales. Después, alertando de los riesgos que mover el barco podía tener sobre los valiosos ecosistemas marinos. Más tarde, una vez confirmadas las peores previsiones, varios equipos de la organización estuvieron documentando la verdadera dimensión del vertido. Hasta tres veces sobrevoló la zona del hundimiento para comprobar que seguía saliendo fuel y navegó con expertos en contaminación marina de la Universidad de las Palmas para tomar muestras. Se reunió con políticos y organizaciones locales, consultó a científicos, pescadores... Por tierra, mar y aire, Greenpeace se convirtió en testigo de lo que ahí estaba ocurriendo.

Aunque el propio capitán del barco aseguró que alejar el Oleg Naydenov fue “un grave error” y la Fiscalía está investigando los hechos, hasta el momento del cierre de este artículo no ha existido ninguna explicación de los movimientos del pesquero. Tampoco ha existido depuración de responsabilidades. Desde el principio, Greenpeace denunció que las medidas y el equipo desplegado en la zona eran insuficientes y demandó la extracción inmediata del fuel y el sellado del tanque. Sin embargo, hasta ahora, no se ha logrado contener el combustible que continúa saliendo imparable de los tanques.

Es imposible llegar a saber con exactitud las consecuencias medioambientales, sociales y económicas que este vertido ha tenido y tendrá. Solo se ha conocido la punta de un negro iceberg, pero las dimensiones reales solo las sabrán los cetáceos, peces, tortugas, aves y demás fauna afectada. Resulta incalculable el coste que una serie de decisiones incorrectas ha tenido. Lo que sí se sabe es que todo esto podría haberse evitado. ¿Se habrá aprendido la lección?

DELFÍN MANCHADO

Juan Maestro, alumno de tercero de veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cedió a Greenpeace una foto tomada el 23 de abril a escasas millas del puerto de Puerto Rico (sur de Gran Canaria) de un delfín mular adulto (Tursiops truncatus) con la aleta dorsal impregnada de petróleo y con otras manchas pequeñas visibles en el morro. Según las imágenes, Greenpeace concluyó que se trataba de un animal sano pero mostró su preocupación por los impactos que el vertido pudiera estar causando a crías o animales menos sanos con una capacidad de huida menor.

Delfín manchado

Marta San RománMarta San Román es responsable de Comunicación en Greenpeace España. @martasrs