Magazine / diciembre 2014

Monstruos marinos de acero

© Greenpeace / Kate Davison

No todos los barcos de pesca son iguales. Muchos de ellos, además de capturar cantidades ingentes de pescado, generan impactos irreparables en el medio marino a la vez que reciben subvenciones millonarias. Son los conocidos como “Monster Boats”. El reto es retirarlos de los océanos.

“Se asocia a los monstruos marinos con tiburones blancos, cuando en realidad los verdaderos monstruos son de acero”

En enero de 2012, mientras un grupo de activistas de Greenpeace trataba de impedir que el barco holandés Maartje Theadora saliera del puerto de Ijmuiden (Ámsterdam), un ciudadano se sumó a un grupo de curiosos que contemplaban la acción desde la orilla. En el agua había varias barcas de activistas que impedían las maniobras del buque de más de 140 metros de eslora y un par de lanchas de la policía. El ciudadano se acercó a uno de los voluntarios de Greenpeace que repartía hojas informativas en el muelle y le preguntó por qué la organización ecologista impedía la salida del puerto de un barco de carga. “No es un barco de carga, es un pesquero”, le dijo. El hombre, incrédulo, volvió a mirar al Maartje Theodora y preguntó: “¿Ese monstruo es un barco de pesca?”

En Europa hay registrados unos 87.000 pesqueros, de los que alrededor de un 20% son barcos industriales –normalmente los más perjudiciales para los océanos– y de estos, una reducida parte son lo que Greenpeace denomina “Monster Boats” (barcos monstruosos), los peores barcos de la flota. Son pocos, pero su impacto negativo en el medio marino es muy alto. Se les atribuyen denuncias por pesca ilegal, sobrepesca o recepción abusiva de subvenciones, lo que les convierte en una especie de “élite de la destrucción”.

Ya en 2012, la Asamblea General de Naciones Unidas pidió a sus estados miembros que ajustaran sus flotas a las posibilidades de reproducción de las poblaciones de pesca para evitar un colapso de algunas pesquerías: la FAO calcula que el 90% de los caladeros sufren algún problema de sobreexplotación. En el caso europeo, la medida implica inevitablemente reducir el número de barcos de pesca, especialmente los de mayor capacidad y que generan mayores impactos, como el caso del arrastre o el cerco con sistema de agregación de peces (conocidos como FAD por sus siglas en inglés).

Esta llamada de atención de la ONU, sumada a las exigencias de la nueva Política Pesquera Común (PPC) de eliminar la sobrecapaciad de las flotas europeas, fue lo que motivó a Greenpeace a lanzar el pasado mes de noviembre el informe Monster Boats, una lacra para los océanos, en el que se enumeran 20 de los barcos de pesca más destructivos de toda la flota europea, por lo que la organización pide que se comience la reducción de la flota por ellos.

“Un barco de pesca no debería medir 140 metros, pero el problema del agotamiento de los recursos no es solo una cuestión de tamaño, sino también de método de pesca y capacidad de captura”, comenta Javier Serobe, un arrantzale de Armintza (Vizcaya) que pesca de forma sostenible. Una opinión que Greenpeace comparte. “Estos barcos son un ejemplo de los más destructivos, no son los únicos pero sí que son de los peores, todos, además de ser de gran tamaño, tienen un historial tras de sí de sobrepesca, pesca ilegal o acumulación inmoral de subvenciones”, apunta Marta González, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace. “El sector industrial pesquero nunca ha querido asumir su responsabilidad en el problema de la sobrepesca, pero cada vez se estrecha más el cerco sobre ellos y se agotan las excusas al tiempo que se agotan los peces”, comenta González.

Entre los barcos citados se encuentran cinco con pabellón español: el atunero Albacora Uno, envuelto en varios casos de pesca ilegal; el atunero Albatún Tres, directamente relacionado con la sobrepesca y la pesca ilegal; el Eirado do Costal, arrastrero de fondo con el que se asocia la destrucción de las zonas en las que faena; el Playa de Tambo, arrastrero igualmente relacionado con la sobrepesca, y el atunero Txori Argi, también vinculado a la sobrepesca y con varias denuncias a sus espaldas.

“Tradicionalmente se ha asociado a los monstruos marinos con tiburones blancos o pulpos gigantescos, cuando en realidad los verdaderos monstruos son de acero y han sido financiados por nuestros impuestos”, comenta González. “Espero que pronto se invierta la tendencia y que dejemos de ver estos barcos en los mares y solo aparezcan en las salas de cine y en la novelas de aventuras”.

El justiciero de los mares

Pocos sectores son tan opacos como el mundo de la pesca. La mayoría de las cofradías del país están compuestas por flotas mixtas en las que hay pescadores artesanales y barcos industriales; todos van al mismo bar y nadie quiere tener al vecino como enemigo. Sin embargo, todos saben lo que hace el otro y conocen quiénes pescan de forma destructiva y quiénes no. En este contexto, Greenpeace ha creado una plataforma de denuncias en internet para el sector pesquero.

Cualquiera que sepa de abusos cometidos por un barco porque haya trabajado en él o porque lo haya visto, podrá informar de manera segura y anónima a través de “El justiciero de los mares”, una web similar a la famosa Wikileaks, que ofrece la oportunidad de que cada ciudadano contribuya a reducir los problemas de sobrepesca del planeta. La organización ecologista se compromete a analizar las denuncias y a ponerlas en conocimiento de las autoridades competentes.  Más información en www.vessel-reporter.org

Monstruos marinos