Magazine / abril 2014

“Para cambiar el mundo hay que correr riesgos. Nadie dijo que fuera fácil”

© Alex Yallop/ Greenpeace

Ana Paula es una sonrisa permanente. Ella misma dice que no puede estar triste mucho tiempo. Y es que esta brasileña, bióloga y marinera de Greenpeace desde hace siete años, desborda un optimismo contagioso y un compromiso sin fisuras. Su gesto solo se ensombrece cuando recuerda los dos meses encarcelada en Rusia.

“Fueron los dos meses más difíciles de mi vida pero mereció la pena”.

Hablamos con ella dos días después de conocerse la amnistía que les permitía volver a casa, que ponía fin a la pesadilla que comenzó el 19 de septiembre cuando ella y sus 29 compañeros a bordo el Arctic Sunrise fueron detenidos por las tropas rusas por defender pacíficamente el Ártico.

¿Qué fue lo primero que pensaste al recibir la noticia de la amnistía?
Me sentí aliviada. Pero no lo celebro porque estoy recibiendo un perdón por algo que no hice. No dice que somos inocentes, dice que nos perdonan. Sigue siendo injusto. No lo podemos celebrar porque el Arctic Sunrise no fue amnistiado y el Ártico tampoco. Sigue en peligro por las petroleras.

Fuiste la primera de los Arctic30 en salir de prisión ¿Cuál fue tu reacción cuando os concedieron la libertad bajo fianza?
Estaba muy contenta pero también sorprendida. Fue un shock. Creíamos que serían 3 meses más, que no teníamos posibilidades. Pensaba: “¿y si me duermo y mañana me despierto de vuelta en prisión?” Era como un sueño.

Tú eres de Porto Alegre, Brasil, ¿no está un poco lejos del Ártico? ¿Por qué tu interés en un punto tan remoto?
Somos del mismo planeta. Todo lo que pasa en cualquier sitio, en el Amazonas, en el Ártico, en la esquina de mi casa, todo tiene consecuencias. Cuando entro en una tienda y compro algo no sostenible tiene consecuencias en todo el mundo. El Ártico es la última frontera y está amenazada.

¿Sabías los riesgos a los que te enfrentabas cuando formaste parte de la acción?
Sabíamos que podríamos tener unos cargos razonables pero no que nos harían estas acusaciones absurdas. Pero si queremos cambiar el mundo tenemos que asumir el riesgo. Si me quedo sentada  delante de la televisión no hubiera pasado dos meses en la cárcel. Pero no soy ese tipo de persona. Para cambiar el mundo hay que correr riesgos. Nadie dijo que fuera fácil.

¿Cómo fue el tiempo que pasaste en prisión?
¿Cómo fueron estos largos días? (piensa mientras resopla) Puedo intentar resumirlo... no es muy fácil. La mayoría estábamos solos en una pequeña celda y una hora al día en un patio en el que no podías ver el cielo, como una jaula del zoo. Fueron los dos meses más difíciles de mi vida pero mereció la pena porque pudimos llamar la atención del mundo de los peligros de la perforación petrolífera en el Ártico.

Fechas

18 de septiembre: acción plataforma Prirazlomnaya.
19 de septiembre: tropas de élite rusas abordan el ASR.
24 de septiembre: prisión preventiva de dos meses.
19 de noviembre: el tribunal concede la libertad bajo fianza.
20 de noviembre: Ana Paula es la primera de los A30 en salir de la cárcel.
18 de diciembre: se confirma la amnistía para los A30.
27 de diciembre: tras 100 días, los A30 comienzan a volver a casa.

¿Te arrepentiste en algún momento de haber llevado a cabo la acción contra la plataforma Prirazlomnaya? ¿Harás más acciones con Greenpeace?
Nunca me arrepentí porque no hice nada malo. Sabíamos que no estábamos solos y que merecía la pena. Mucha gente conoce ahora los problemas y los peligros del Ártico. ¡Y claro que seguiré haciendo acciones! Aunque creo que voy a evitar las empresas rusas por un tiempo (ríe).

¿Qué dirías a todas las personas que te han apoyado?
Nunca había vista una organización defender con tanta garra a sus activistas. Por eso me gustaría mucho agradecer a todas las personas nos apoyaron. Greenpeace es una organización independiente, dependemos única y exclusivamente de las personas que donan. No puedo parar de agradecer a toda la gente que nos ha apoyado. Especialmente a los socios porque sin ellos no podríamos ni haber pagado la fianza, por ejemplo (ríe). Sin los ellos, sin gente que cree en lo que hacemos, no estaríamos aquí. Necesitamos que nos sigan apoyando. Sigue habiendo mucho que hacer.