El buque insignia de la organización se halla ahora rodeado de una alambrada

El Rainbow Warrior está haciendo un largo tránsito desde Chipre hasta Bangkok, cinco semanas sin pisar tierra. Hace ya muchos días que dejamos el Mediterráneo, para atravesar el Canal de Suez e ir adentrándonos en el mar Rojo. Ya desde el primer día en este mar empezamos a preparar el barco y a nosotros mismos para un posible ataque de piratas somalíes.

El buque insignia de la organización se halla ahora rodeado de una alambrada de esas que te cortan la piel con sólo mirarla y hace que parezca que le han salido barbas a la cubierta. Tenemos cuatro muñecos vestidos con monos de trabajo colocados estratégicamente en cubierta para simular más tripulación y, desde que nos acercamos al extremo sur del mar Rojo, hay dos personas con los prismáticos oteando el horizonte 24 horas al día. Por último, tenemos un plan de emergencia para el supuesto de abordaje: el interior del barco se cerraría herméticamente con nosotros dentro a la espera de que vinieran a rescatarnos. Es la ventaja de estar en un barco “acostumbrado” a ser asaltado por los comandos franceses año tras año en sus pasados viajes a Mururoa para parar las pruebas nucleares.

Desde hace dos días estamos en el Golfo de Aden, la zona más peligrosa, al norte de las costas de Somalia. Son tantos los ataques de piratas en esta área que se ha establecido un corredor de navegación vigilado por barcos de la OTAN. Sin embargo y, pese a ello, esta mañana, a las 8:30 horas, desde la radio del puente del Rainbow hemos sido testigos directos de un asalto a un barco situado a tan sólo 12 millas de nosotros (unos 22 kilómetros de distancia). Ha sido tan rápido que casi ni nos ha dado tiempo a cerrar la boca.

El barco asaltado, el MV Suez, con 23 tripulantes, ha sido secuestrado en menos de un cuarto

El Rainbow Warrior está haciendo un largo tránsito desde Chipre hasta Bangkok

de hora. Oír al capitán del barco desesperado pidiendo ayuda, relatando cómo se acercaban tres lanchas que estaban disparando sin parar, luego cómo uno a uno los piratas iban abordando el cargero... Desde el barco de la OTAN iban dando instrucciones: “hagan maniobras esquivas”, “mantengan la máxima velocidad”, y, cuando ya estaban los piratas a bordo, “escóndanse y enciérrense en un sitio seguro”. A eso siguieron unos minutos interminables de silencio. Vimos a un helicóptero internarse en la calima dirección al barco asaltado. Y, por último, escuchamos la voz de un pirata diciendo “Si se acercan, comenzamos a ejecutar a los tripulantes” y, acto seguido, de nuevo la temblorosa voz del capitán “Dicen que si se acercan, nos matarán a todos”. Fin de la historia. Seguimos por el radar el cambio de rumbo del barco y más tarde, cómo fondeaba frente a las costas de Somalia...

Espeluznante a la par que triste historia la de estos piratas del siglo XXI. Espeluznante, el terror que causan en víctimas ajenas a su tragedia. Triste es que la mayoría de esta gente fueran anteriormente pescadores en un país sin gobierno cuyas costas fueron asaltadas por flotas de pesca extranjeras (europeas, incluyendo barcos españoles, y asiáticas), ilegales, que arrasaron con toda su riqueza y dejaron sin forma de subsistencia a los habitantes de la zona. Tristísimo que en las playas de Somalia se hayan hecho vertidos tóxicos y peligrosos, incluyendo nucleares, por parte de países que se llaman a sí mismos “desarrollados” pero que descargan la basura que nadie quiere en lugares donde nadie puede protestar, como por ejemplo, Somalia.

Este es un ejemplo más de la globalización de la tragedia que vivimos en la actualidad. Hay piratas de tez negra capaces de cualquier cosa porque lo han perdido todo y hay piratas de guante blanco también capaces de cualquier cosa para obtener el mayor beneficio económico a costa de otros seres humanos. Estos últimos pertenecen a nuestro mundo, el de los países ricos. Y nosotros, como consumidores, somos copartícipes de esta piratería ¿o es que acaso cuando vamos al súper nos preguntamos de dónde sale y cómo se consigue el pescado que viene congelado y tan bien empaquetadito?

Maite Mompo, marinera del Rainbow Warrior