Era agosto de 2002 y estábamos recorriendo la costa mediterránea denunciando las agresiones a la costa que habíamos recogido en la segunda edición del informe Destrucción a Toda Costa. Por aquel entonces ya había "material" de sobra, pero ni nos imaginábamos la que estaba por venir.

Habíamos pasado toda la mañana volando cometas reivindicativas en la playa de Calpe. Aunque el viento no acompañó mucho el vuelo de las cometas, estábamos contentos, porque habíamos conseguido que mucha gente se interesara por los problemas de la costa. Por la tarde, un vecino y un abogado del bufete Pons-Trenor abogados se acercaron a nuestra base de operaciones, el velero Zorba, que un socio había cedido a Greenpeace para hacer labores de educación ambiental, para contarnos otro de esos proyectos que nos ponían los pelos de punta.

El puerto deportivo Luis Campomanes, en Altea, había presentado un proyecto al Ministerio de Medio Ambiente para ampliar las instalaciones del puerto. El proyecto carecía de informe ambiental, a pesar de que planteaba extenderse por una pradera de Posidonia oceanica, una planta protegida que forma auténticos bosques marinos y mantiene la delicada salud del Mar Mediterráneo.

Tras analizar el proyecto, la barbaridad era de tal calibre que decidimos ponernos en marcha y hacer campaña para salvar la pradera de Posidonia y detener la ampliación del puerto.

Oficialmente, en el Ministerio negaban la mayor, pero sus propios técnicos off the record nos contaban como había indicios clarísimos de la destrucción que iba a sufrir este área si se llevaba a cabo la ampliación del puerto.

Ante la cerrazón del Ministerio, el siguiente paso fueron los tribunales. De forma conjunta con Ecologistas en Acción y WWF iniciamos un largo camino en los tribunales que acaba de finalizar, con la decisión del Tribunal Supremo de paralizar la ampliación definitivamente. Once años después, tras acciones de protesta que llevaron al Rainbow Warrior hasta Altea y multitud de recursos, la justicia se pone de parte del medio ambiente y de la salud de un pedacito del Mar Mediterráneo. Al menos hoy, tenemos una buena razón para sonreir.

Maria José Caballero (@mjocaballero), directora de Campañas de Greenpeace