El pasado viernes 7 de julio, en la sede de Naciones Unidas de Nueva York, se adoptó un nuevo tratado mundial de prohibición de las armas nucleares que fue apoyado por el voto a favor de 122 países.

Activistas de Greenpeace con palomas de la paz en Hiroshima

El tratado estará abierto para la firma de los estados a partir del 20 de septiembre.

Los países miembros han participado en las negociaciones finales del tratado durante las últimas tres semanas en Naciones Unidas, y en estas negociaciones, los nueve estados con armas nucleares (Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte) han boicoteado la reunión en un intento de privar al proceso de su legitimidad. Los miembros de la OTAN se han mantenido fuera de las negociaciones y, también, en el lado equivocado de la historia. Su ausencia es tristemente significativa, ya que un país que no ratifica un tratado no está obligado a su cumplimiento.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los estados armados nucleares y de los que los apoyan para hacer descarrilar las negociaciones, se ha alcanzado un hito significativo: la gran mayoría de los estados miembros de la ONU han declarado que las armas destinadas a infligir catastróficos daños humanitarios deben ser prohibidas por el derecho internacional. Hasta ahora, las armas nucleares eran las únicas armas de destrucción masiva aún no prohibidas global y universalmente. Las armas biológicas, las armas químicas, las minas antipersona y las municiones en racimo ya fueron prohibidas y ahora, por fin, las armas nucleares se unirán a esta lista de la vergüenza.

El nuevo tratado va a poner más difícil a quienes defienden las armas nucleares considerarlas un medio legítimo y útil para proporcionar seguridad. Se ha creado una norma mundial contra las armas nucleares. Esta nueva norma no solo ejercerá presión sobre los Estados con, o sin, armas nucleares para que las rechacen permanentemente, sino que podría sentar las bases del camino hacia la eliminación de las armas de destrucción masiva en los estados armados nuclearmente si su situación política interna cambia (puedes leer más sobre esto aquí). 

El texto del nuevo tratado es clarísimo: prohíbe a los Estados desarrollar, probar, producir, fabricar o adquirir armas nucleares, prohíbe a los Estados utilizar o amenazar con usar armas nucleares, prohíbe a los Estados permitir la colocación, instalación o despliegue de cualquier arma nuclear en su territorio. Puedes leer el texto completo aquí.

Greenpeace quiere elogiar a nuestros aliados de la sociedad civil, encabezados por la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), por haber estado implacablemente trabajando para que este tratado, que se creía que era pura fantasía la primera vez que se propuso, sea ya una realidad legal. Nos unimos a su llamamiento para que todos los gobiernos ratifiquen el nuevo tratado y se unan para acabar definitivamente con esta terrible, y ahora ilegal, invención humana.

Cuando las próximas generaciones recuerden esta decisión, es de esperar que lo hagan como el momento en que las armas nucleares comenzaron a considerarse una amenaza para la seguridad y no una vía para conseguirla. Aún así, la lucha seguirá para que el tratado sea ratificado por todos los gobiernos y para acabar con las miles de armas nucleares que todavía existen en todo el mundo. Será un largo camino, pero tendremos el respaldo de un fuerte tratado de prohibición nuclear que confirma que las armas nucleares son ilegales. Ha sido un buen día para la paz.

 

Jen Maman es Asesora Senior en asuntos de Paz en Greenpeace Internacional