El martes comenzó la 63ª Asamblea General de Naciones Unidas en plena crisis financiera global, pero también en medio de la crisis ecológica más grave a la que nunca hayamos tenido que hacer frente. A la reunión anual asisten representantes de los 192 países miembros de la ONU, estando unas 120 delegaciones lideradas por presidentes o vicepresidentes de Estado o Gobierno.

Dice hoy Stephen Hawking que "el futuro del hombre está en el espacio, ya que va a ser muy difícil, a estas alturas, evitar un desastre en el planeta Tierra en los próximos cien años". A la vista del poco interés de los dirigentes mundiales por hacer frente a la crisis ecológica no le falta razón.

Alguna cosa interesante se ha escuchado en esta Asamblea General: George Bush, por ejemplo,  dijo en su última intervención ante el organismo que tanto despreció durante ocho años: "las Naciones Unidas y otras organizaciones multilaterales se necesitan con más urgencia que nunca". Parece que ha tenido que llegar al final de su mandato para reconocer muchas cosas contrarias a las que han marcado la acción política de su presidencia.

En su día ya tuvo que admitir que el cambio climático existe, y está causado por la acción del ser humano. Lo lamentable es que estos cambios de posición a posteriori se producen sin ningún tipo de reconocimiento, ni de disculpa por el error cometido, ni por las consecuencias que el mismo  haya podido tener. El cambio climático requiere sin duda de esa acción multilateral de la que hasta ahora Estados Unidos se ha automarginado al no ratificar el Protocolo de Kioto.

Llama la atención el escaso tiempo e interés que los dirigentes mundiales dedican al deterioro del Planeta. Como si sólo la crisis financiera requieriera una respuesta. Hasta el momento la propuesta más interesante ha sido la del gobierno suizo de establecer un impuesto a las emisiones de CO2, dedicando los fondos conseguidos  a medidas concretas de mitigación y adaptación ante las consecuencias devastadoras del cambio climático. No ha tenido mucho eco, la verdad.

Así que tal como van las cosas, va tener razón Hawking. Seguro que dirán de él que es un catastrofista, y un ecologista radical. Ya saben.

Juan López de Uralde, director de Greenpeace España