El período propuesto por la Comisión Europea, para que se reautorice el glifosato, se ha reducido drásticamente desde que en marzo la Comisión propuso reautorizar este peligroso herbicida durante 15 años. Creo que solo por esto, debido en gran medida a la presión ciudadana, ya debemos estar muy contentos. Pero, es fundamental y podemos conseguir más.



Ahora, después de que se haya pospuesto por segunda vez la decisión sobre el futuro del glifosato en la Unión Europea, la Comisión ha dado un ultimátum a los Estados miembros y les ha presentado dos opciones: la reautorización (o una extensión temporal como le están llamando) por uno o dos años hasta que la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) termine su evaluación de riesgo o que no se haga nada y se deje caducar la autorización el próximo 30 de junio.

Si no se toma una decisión hasta el 30 de junio, se daría un período de gracia de seis meses y después de eso el glifosato se dejaría de poder comercializar en la UE. Esto podría llevar a que fuese un tribunal a tomar la última decisión, pues lo más cierto es que las grandes multinacionales que se ven ampliamente beneficiadas con la venta de este veneno demandaran a la Comisión.

Esta segunda opción parece que gana más fuerza, pues la Comisión Europea sigue sin querer escuchar a los países que piden que se aplique el principio de precaución y en esta última propuesta se sigue de nuevo sin contemplar ninguna restricción obligatoria, en la línea, por ejemplo, de las recomendaciones del Parlamento Europeo. De este modo, la propuesta sigue siendo insuficiente para proteger mínimamente a la salud y al medio ambiente, al menos hasta que se aclare la controversia científica existente y se decide como se debe clasificar en la UE (lo dirá la ECHA a finales de 2017).

Malta, que estaba indeciso, ya ha dicho que votará en contra de la propuesta y la ministra alemana de medio ambiente también lo ha dicho, por lo que llevaría a que de nuevo Alemania se abstuviera (el ministro de agricultura está a favor), por lo que conseguir una mayoría cualificada, requisito impuesto por la Comisión para reautorizar el glifosato, sería de nuevo imposible. La Comisión al ver este panorama contempla también la posibilidad de llevar este asunto a una instancia superior, al Comité de Apelación.

Para ello debe haber una votación previa y no alcanzarse la mayoría cualificada. La cuestión es que también en este Comité se debe llegar a una mayoría cualificada y como pintan las cosas parece que la Comisión se vería obligada a tomar la decisión final… a solas.

En el caso de que los países se pusieran de acuerdo respecto a la primera opción, la que defiende el Gobierno español, pero que de momento parece tener muchas probabilidades de fracasar de nuevo, sería fundamental escuchar a los científicos independientes, al Parlamento Europeo y a la ciudadanía y si se concede una extensión temporal de uno o dos años se deberían incluir restricciones obligatorias a nivel europeo, prohibiendo al menos la utilización por usuarios ocasionales/no-profesionales en jardines y entornos domésticos (donde los usuarios son menos propensos a usar equipos de protección personal), el uso por las autoridades municipales para gestión de zonas verdes, así como junto a infraestructuras de transporte y comunicación como carreteras y vías férreas (donde hay un alto riesgo de exposición de los trabajadores y de la ciudadanía) y el uso para desecación de los cultivos antes de la cosecha (deja altos niveles de residuos en los alimentos).

El glifosato es la sustancia activa de los herbicidas más vendidos en el mundo. Es un herbicida total, mata a cualquier planta sobre el cual es aplicado (excepto si ha sido modificada genéticamente para tolerar su uso) y fue clasificado por la Organización Mundial de la Salud en marzo de 2015 como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. Posteriormente, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), concluyó, en un informe seriamente criticado por la comunidad científica, que es “improbable que el glifosato sea cancerígeno para los seres humanos”. En España es también el herbicida más vendido, están autorizados 125 productos cuya sustancia activa es el glifosato y se venden unos 15 millones de litros al año de estos productos.
              
La Asociación Española de Educación Ambiental, CCOO, Ecologistas en Acción, Fodesam, Fundación Alborada, Fundación Vivo Sano, Greenpeace y SESPAS pusieron en marcha una carta abierta dirigida a la Ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, y al Ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Alfonso Alonso Aranegui solicitando que el Gobierno español aplique el principio de precaución y se oponga a la reautorización del glifosato mientras se aclara la controversia científica existente y se decide su clasificación armonizada en la UE. Esta carta abierta cuenta ya con el respaldo de más de 150 entidades de diversos ámbitos. Además, más de 130.000 personas han firmado la petición de Greenpeace para pedir que se prohíba este peligroso herbicida.

No podemos bajar los brazos. Un presente y futuro mejores están también en nuestras manos. ¡Tenemos que seguir gritando #glifosatoNO!