Dura ya años la lucha para conseguir la prohibición total de los plaguicidas peligrosos para las abejas y otros polinizadores. Pero pasito a pasito vamos avanzando en el camino hacia un modelo de agricultura verdaderamente sostenible que nos pueda alimentar respetando los límites planetarios y a las demás especies.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) confirmó muy recientemente que los usos aún permitidos de dos neonicotinoides de Bayer representan un serio peligro para las abejas, por lo que deben ser prohibidos en su totalidad.
Ya en 2013, la EFSA constató la peligrosidad de estos insecticidas y también del tiametoxam, otro neonicotinoide, y del fipronil, y en diciembre de ese mismo año se dió un paso de gigante: tras casi veinte años de denuncias sobre los efectos de estos compuestos para las abejas, la UE decidió pasar a la acción prohibiendo parcialmente estos cuatro insecticidas por su peligrosidad para estos polinizadores. Sin embargo, esas prohibiciones parciales no son suficientes. Es necesario hacer más, mucho más.
En 2015, la EFSA también concluyó que estos insecticidas eran muy peligrosos para las abejas cuando son pulverizados sobre los cultivos. Ahora, en base a los datos aportados por la propia industria, vuelve a concluir que dos de ellos, el imidacloprid y la clotianidina de Bayer, representan un riesgo elevado para las abejas.
Respecto al tiametoxam (Syngenta), la industria no entregó la información necesaria para que la EFSA hiciera una revisión científica que respaldara que pudiera seguir siendo usado. En la UE hay un principio muy claro: sin datos, no hay mercado.
En el caso del fipronil, BASF tampoco suministró los datos necesarios para apoyar la renovación de la autorización en la UE, por lo que la Comisión y los Estados miembros han decidido poner fin a esa autorización, que dejará de estar vigente el 30 de septiembre de 2017.
Desde Greenpeace lo tenemos claro: no es necesario seguir esperando a la evaluación general de la EFSA. Estas sustancias deben ser prohibidas totalmente y de forma inmediata, y así se lo hicimos saber tanto a la Comisión Europea como a los Estados miembros.
Para conseguir que nos escuchen necesitamos ser un enjambre aún mayor. Únete a las más de 300.000 personas que en España ya han pedido que se proteja a las abejas y a otros polinizadores y que se fomente la agricultura ecológica, única solucción a las amenazas a las que nos enfrentamos hoy en día y que pueden verse agravadas en el futuro.