El glaciar Helheim de Groelandia visto desde el aire.
El glaciar Helheim de Groelandia visto desde el aire.

Hace unas horas hemos sobrevolado el manto polar ártico y el glaciar de Helheim y aún estoy sin palabras. Sobrevolar un glaciar es algo tan extraordinario que resulta imposible digerirlo en el acto; la mente tarda un tiempo en procesar tanta información y, de hecho, creo que la mía todavía no ha terminado.

El glaciar Helheim, cuya parte frontal se sitúa en el fiordo de Sermilikad, tiene 6 km de ancho en su pared frontal, 1 km de grosor y se extiende unos 40 km hasta alcanzar el manto de hielo polar,  algo parecido a un desierto blanco, salpicado de riachuelos y lagos provocados por el deshielo. La perspectiva aérea de un paisaje tan inusual y espectacular te hace sentir extremadamente pequeño y vulnerable pero a la vez, el hecho de saber que estos sitios están “en peligro de extinción” te provoca el sentimiento contradictorio ¿Cómo podemos ser tan poderosamente destructores siendo tan poca cosa en comparación con la inmensidad de lugares como éste?

El Dr. Gordon Hamilton nos acompaña para contarnos en qué consisten los estudios sobre este glaciar que está desarrollando desde hace cuatro años. Su primer viaje a la zona fue en 2005, para medir la velocidad de desplazamiento del hielo del manto polar hacia el mar a causa del derretimiento de los glaciares que actúan como dique. En esa ocasión el estudio se centró en los glaciares de Helheim y Kangerdlugsuaaq y los resultados fueron tan sorprendentes que el Dr. Hamilton se pasó varias horas recalculándolos, creyendo que había cometido algún error. Pero no había tal y en los datos obtenidos al final se constató que los glaciares se estaban moviendo tres veces más rápido que meses antes.

En efecto, la velocidad a la que se deshiela el glaciar Helheim es impresionante, apreciable a simple vista en cuestión de días, y el descenso en su grosor queda patente en las marcas de las paredes laterales. Mientras que la mayoría de glaciares avanzan a razón de unos 50 metros al año, el glaciar Helheim se mueve a la velocidad de ¡30 metros diarios!

Entender el razonamiento físico que explica este proceso es un reto para el equipo del Dr. Hamilton pero también una necesidad. Si estos glaciares se mueven al doble de velocidad que años atrás también están contribuyendo el doble al aumento del nivel del mar y esto no está previsto en ninguno de los escenarios oficiales que se toman en consideración en los foros de Naciones Unidas sobre cambio climático.

El IPCC predice un aumento del nivel del mar de entre 30 y 60 cm para 2100, pero sólo contempla el aumento del nivel del mar provocado por el deshielo (hielo que pasa a líquido por el aumento de temperaturas), omitiendo los icebergs que se desmoronan del glaciar y que son una forma mucho más rápida de aumentar el nivel del mar y de reducir la masa de hielo del manto polar. De acuerdo con estos datos, la mayoría de glaciólogos reconocen que el aumento del nivel del mar para 2100 va a oscilar entre 1 y 2 metros.

Durante el vuelo, el Dr. Gordon Hamilton nos cuenta que cada vez que se desprende un iceberg se genera un pequeño tsunami y una reacción en cadena: el glaciar avanza (porque la fuerza de la rotura del iceberg tira de él hacia delante), consecuentemente, adelgaza en su grosor y, al pesar menos, el manto de tierra que le soporta experimenta un pequeño ascenso. Para controlar todos estos movimientos y ser capaces de entender la dinámica del glaciar a la perfección, el equipo del Dr. Hamilton ha instalado varios instrumentos de medida: En el glaciar se han instalado GPS capaces de transmitir automáticamente y de forma periódica su posición a un ordenador central desde el que el equipo puede conocer, en cada momento, la velocidad a la que avanza el glaciar. En la ladera de la montaña situada a ambos lados del glaciar, se han colocado unos instrumentos que miden la liberación de peso en la superficie terrestre, así como cámaras fotográficas automáticas que toman una foto cada dos minutos para registrar cualquier desprendimiento que se produzca. Por último, en la parte opuesta a la franja frontal del glaciar, se ha colocado un sismógrafo que mide los movimientos sísmicos o “pequeños tsumanis”.

Los científicos deben seguir investigando para determinar porque se acelera el derretimiento del glaciar, si el mismo tiene relación con las corrientes de agua caliente del golfo y cuales son las previsiones de aumento del nivel del mar si no frenamos esta dinámica, pero nos encontramos en un momento histórico y la decisión más inminente en la que se puede salvar el clima está en manos de los políticos.

La historia de la humanidad está marcada por las decisiones políticas tomadas frente a cada crisis. La crisis del clima exige capacidad de liderazgo y valentía política y si nuestros líderes no están a la altura de las circunstancias, pueden pasar a la historia como los responsables del mayor desastre climático al que hemos tenido que enfrentarnos nunca. El próximo mes de diciembre se celebra en Copenhague la cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático en la que debe alcanzarse un acuerdo que contemple reducciones drásticas de las emisiones de gases de efecto invernadero de los países desarrollados, mecanismos eficaces para la protección de los bosques y la financiación necesaria para apoyar a los países en desarrollo en la lucha contra el cambio climático. Los políticos que han participado en la expedición de Greenepace en el Ártico no tienen dudas de ello, la cuestión es si el resto va a escucharles.

Aida Vila, campaña  de Energía y Cambio Climático de Greenpeace España